La casta apaciguó los ánimos

La gran segunda parte de los jugadores madridistas alivió la ira del público del Bernabéu





Después de una Asamblea de socios compromisarios muy tensa, se esperaba con expectación la reacción del coliseo blanco, ya que es el mejor termómetro para medir el estado que atraviesa el madridismo. El frío y la lluvia hicieron olvidar la tensión de la mañana al comienzo del partido, e incluso se pudo ver un mural enorme en uno de los fondos que rezaba “Madrid mágico”.

Sin embargo, las cosas se empezaron a torcer muy pronto con el gol en contra de Adriano. El empate de Raúl apaciguó los ánimos del respetable, pero los dos tantos del Sevilla antes del descanso desataron la furia merengue. Los silbidos se hicieron constantes durante los últimos cinco minutos de la primera mitad, y con el pitido del árbitro llegaron los gritos de “Calderón dimisión” (secundados por prácticamente la totalidad del Bernabéu) y algún que otro pañuelo blanco al viento.

Sin embargo, en la segunda mitad la cosa cambió. Los silbidos a Calderón cambiaron de destinatario, y se centraron en la figura de González Vázquez, el colegiado del partido que escamoteó dos penaltis al Real Madrid.

Además, los jugadores, cuya entrega quedó palpable a lo largo de toda la segunda parte, le echaron un cable a su presidente, y contagiaron al Bernabéu de un entusiasmo que, hasta ese momento, no había florecido en Chamartín.


Pese a la derrota, la afición no acabó silbando de manera tan escandalosa como lo hizo en la Primera parte. La casta y el compromiso de los jugadores evitaron que el Bernabéu estallara.