La cantera abandonada

El Real Madrid sigue acumulando fracasos con el fútbol base





Javier Lozano, ex seleccionador nacional de fútbol sala, alternaba esta función con la de director de la Ciudad Deportiva de la Federación Española de Fútbol. Ramón Calderón lo fichó en septiembre de 2007 como responsable del área profesional, dentro de la Dirección de Fútbol. Era la persona encargada de optimizar las relaciones entre los equipos profesionales y el club, además de colaborar con el cuerpo técnico y con el Centro de Alto Rendimiento, el invento que dirige (o que dirigía, no se sabe) Walter Di Salvo. Llegaba a tan pomposo cargo empujado por su nexo personal con Raúl y con otros jugadores a los que conocía de sus concentraciónes con la selección española en Las Rozas. Poco a poco, su función fue perdiendo contenido, en parte porque los propios jugadores no confiaban en él. Había que buscarle otra ocupación, sobre todo, para justificar sus 150.000 euros anuales de contrato.

Relaciones Internacionales

Alguien pensó que Lozano podría sustituir a José Luis López Serrano al frente del Departamento de Relaciones Internacionales. Serrano, en un largo litigio con el club por culpa de una pensión que había institucionalizado Santiago Bernabéu y que alguien, más tarde, no quiso respetar y a la que él no quiso renunciar, llevaba ya mucho tiempo marginado y, como su salida del club se producirá en los próximos meses, se creyó que Lozano era el más indicado para tomar el testigo. Pero las relaciones con la FIFA y con la UEFA no se aprenden en una simple clase teórica, sino que son el fruto de muchos años de experiencia y de contactos personales. En otras palabras, que Serrano se negó a ser el profesor particular de Lozano. Así que el "nombramiento" del susodicho como director del Departamento de Relaciones Internacionales fue flor de un día (ni siquiera se llegó a hacer público). La dimisión de Míchel como responsable de la cantera madridista le abrió otra puerta a Calderón para justificar la presencia en el club de Lozano.

Desde hace un mes, Lozano es el responsable del fútbol base en Valdebebas, mientras el Departamento de Relaciones Internacionales sigue siendo un ente espectral en el organigrama del Real Madrid. Tanto es así, que nadie informó a la Dirección Deportiva de que únicamente un jugador que haya disputado competición internacional con otro equipo puede ser inscrito para la Champions League en el mercado invernal. En otras palabras, que Pedja Mijatovic y sus colaboradores ficharon a Huntelaar y Lass sin tener el más mínimo conocimiento de que sólo uno de ellos podría intervenir en las próximas eliminatorias europeas. Serrano seguía marginado y nadie tuvo la ocurrencia (o la humildad) de consultarle, pues, de haberlo hecho, el Real Madrid se habría ahorrado el espantoso ridículo que está protagonzando en estos días.


Valdebebas

Por desgracia, las cosas se hacen así de un tiempo a esta parte: cualquier especialista en fútbol sala sirve para llevar las relaciones con los profesionales del primer equipo, para llevar las relaciones con la FIFA y con la UEFA o para llevar el fútbol base. Lozano está para un roto o para un descosido, aunque, como es obvio, él no tiene la más mínima responsabilidad en el hecho que el equipo alevín haya vuelto a fracasar en el Torneo de Maspalomas. Pero su nombramiento es indicativo de que la cantera no le interesa a Calderón lo más mínimo. ¿Es que no hay en todo el club nadie más capacitado que Lozano para encargarse del fútbol base?

La primera sorpresa desagradable con que se ha topado Lozano en su nuevo puesto es que hay un sinfín de contratos que están cogidos con alfileres. Su temor es que en los próximos meses sean numerosos los jugadores que sigan los pasos del ahora valencianista Mata y abandonen Valdebebas sin la más mínima posibilidad de reternos. No es que preocupe mucho la cosa, porque lamentablemente en la cantera blanca no hay en la actualidad ningún Maradona ni ningún Messi, pero esa probable huida de canteranos será un golpe bajo, el enésimo, a la imagen del Real Madrid, que se desprestigia a pasos agigantados.