Waterloo de Juande

2- 6: Un Real Madrid descastado pone en bandeja la Liga al Barcelona. El "Plan anti-Barça" era tan sólo una bravuconada de mal entrenador. Únicamente Casillas y Robben estuvieron a la altura de las circunstancias





2 - REAL MADRID: Casillas; Sergio Ramos (Van der Vaart, 72'), Cannavaro, Metzelder, Heinze; Robben (Javi García, 79'), Lass, Gago, Marcelo (Huntelaar, 59'); Higuaín y Raúl.

6 - BARCELONA: Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Xavi, Touré (Busquets, 85'), Iniesta (Bojan, 85'); Messi, Etoo e Henry (Keita, 61').

GOLES: 1-0 Higuaín (14’). 1-1 Henry (18’). 1-2 Puyol (20’). 1-3 Messi (36’). 2-3 Sergio Ramos (56'). 2-4 Henry (58'). 2-5 Messi (75'). 2-6 Piqué (83')

ÁRBITRO: Undiano Mallenco (Comité Navarro). Tarjeta amarilla para Abidal (22’), Sergio Ramos (25’), Puyol (38’), Marcelo (45’) y Van der Vaart (74').


INCIDENCIAS: Estadio Santiago Bernabéu. Lleno.

Aún así, la Liga estuvo más cerca que nunca. Habían pasado catorce minutos cuando Higuaín cabeceó al fondo de la red un gran servicio de Sergio Ramos. En esos momentos, la ventaja del Barcelona en la tabla clasificatoria era de sólo un punto. Pero nadie supo qué hacer a partir de ese momento. Parecía como si en el guión de Juande no hubiera figurado nunca la posibilidad de ponerse por delante en el marcador. En vez de apretar los dientes, de presionar y de correr detrás de cada balón, los blancos quisieron hacer lo que no saben: tocar el balón. Y fue entonces cuando les pasó por encima la apisonadora azulgrana.

La ventaja duró tan sólo cuatro minutos. Henry, gracias a una de esas gilipolleces típicas de Sergio Ramos (quiso despejar de chilena un envío de Messi), empató sin que le Barcelona siquiera se lo hubiera propuesto. Y dos minutos después, sin tiempo para reponerse todavía del mazazo, Puyol cabeceó, completamente solo, una falta sacada por Xavi desde el lateral derecho del área (una falta innecesaria que Cannavaro había hecho al propio Henry).

Desconcierto total

El desconcierto era total y absoluto. Nadie sabía lo que tenía que hacer. Los azulgrana se presentaban una y otra vez en tropel ante Casillas (Messi, Etoo, de nuevo Messi, otra vez Messi…), que tenía que dar lo mejor de sí mismo para evitar el desastre. Y así, en el minuto 36, un balón estúpidamente perdido por Lass, fue aprovechado por Messi para marcar el tercer y dar la puntilla a ese toro mansote que era el Real Madrid.

Sería injusto cargar las tintas sólo en Juande Ramos, pero al entrenador madridista le pasó frente al Barcelona lo mismo que frente al Liverpool: planteó el partido para no perderlo y salió, como no podía ser de otra forma, goleado. Su cacareado "Plan anti-Barça" era sólo una bravuconada de mal entrenador. A pesar de la diferencia en el marcador y a pesar de la diferencia en el juego, Juande entendió que no era necesario hacer cambios en el descanso y saltaron para disputar (es un decir) la segunda parte los mismos que habían hecho el ridículo en la primera.

Un segundo gol local, al cabecear Sergio Ramos una falta sacada desde la derecha por Robben, devolvió momentáneamente la ilusión al Bernabéu. Pero el espejismo duró dos minutos, los que tardó Sergio Ramos en cometer su enésimo fallo en defensa: se quedó completamente parado, después de haber tirado mal la línea del fuera de juego, en lugar de perseguir a Henry, que batió sin oposición a Casillas. Fue entonces cuando Juande se acordó de que tenía a Huntelaar en el banquillo. Pero ya era demasiado tarde.

Mal detalle de Juande

Faltaba todavía otro mal detalle de Juande Ramos (uno de esos detalles que han hecho que nadie que haya trabajado a sus órdenes hable bien de él): quitó a Sergio Ramos y puso a Van der Vaart. Con eso quería señalar al sevillano como culpable de una derrota que había comenzado en su propia incapacidad como estratega. El disparatado cambio dio como resultado que en la acción inmediatamente posterior Iniesta se colara como Pedro por su casa en el área y que Lass le tuviera que hacer penalti. Undiano Mallenco creyó que el Real Madrid ya tenía bastante y no lo pitó.

Pero Xavi y Messi no tuvieron la misma consideración dos minutos después y el argentino, ridiculizando a Cannavaro y Gago, marcó el quinto. Sólo quedaba esperar a que acaba el partido y a que no cayeran muchos más goles. Cayó otro más, de Piqué, en un error de Casillas (es humano y también tiene derecho a equivocarse de vez en cuando).

De este auténtico Waterloo de Juande, únicamente pueden hacerse dos lecturas positivas: la primera, que el Real Madrid se puede ir ya de vacaciones y empezar a preparar la próxima temporada; la segunda, que ningún presidente que llegué el próximo 14 de junio, tendrá ya la tentación, por muy descerebrado que sea, de renovar a este pésimo entrenador.