Con la gorra y dos 'Benzemazos'

Benzema, estrella de la noche con dos goles. Gran primera parte de los blancos con mucha velocidad y eficacia goleadora. Lass demostró que su rendimiento durante la temporada pasada no fue casualidad y, además, firmó un golazo.





Bien es cierto que el Rosenborg era muy poquita cosa. Un grupo de rubios, altos y con buena planta. Poco más. Sin embargo, el Madrid tenía que presentar la mejor de sus sonrisas desde el primer momento. Si el rival se lo permitía, mejor. Si no, también.

Pellegrini presentó el mejor de sus equipos a falta de Sergio Ramos y Pepe. Hay quién sigue echando en falta un delantero que borre del mapa a Raúl. El capitán, combativo como el que más, parece desbordado ante el juego veloz y vertical de sus compañeros de delantera aunque con un ‘Bolt’ de la vida como Benzema no parece muy difícil. Del galo poco se puede decir. Un tipo diestro que marca sus dos goles con la zurda merece un respeto, máxime cuando en el primero lo hace a base de colocación y el segundo en plan asesino escuadril. Florentino ha comprado gol con este chico. Goles jóvenes y con ambas piernas afinadas como cañones.

Ficha técnica.

4 - Real Madrid: Iker Casillas; Arbeloa (Pepe, m.46), Garay, Albiol , Marcelo (Drenthe, m.71); 'Lass' (Diarra, m.76), Xabi Alonso (Granero, m.46), Kaká (Van Nistelrooy, m.76), Cristiano Ronaldo (Guti, m.68); Raúl (Robben, m.58) y Benzema (Higuaín, m.58).

0 - Rosenborg: Jarstein; Lustig, Stadsgaard, Demidov (Savolainen, m.77), Dorsan (Zahora, m.89); Sapara (Lago, m.57), Annan, Strand, Iversen (Wangberg, m.89), Skjelbred; y Rade Prica.

Goles: 1-0, m.12: Benzema. 2-0, m.26: 'Lass'. 3-0, m.27: Benzema. 4-0, m. 56: Raúl.

Árbitro: Rubinos Pérez (colegio madrileño).

Incidencias: XXXI edición del Trofeo Santiago Bernabéu disputado en el coliseo madridista, lleno, con 79.500 espectadores. En los minutos previos Míchel Salgado fue homenajeado y Marta Domínguez, campeona de 3.000 metros obstáculos en el Mundial de Berlín, realizó el saque de honor.

Precisamente un compatriota de Benzema, Lass Diarra, el hombre de los 1.000 pulmones, se agiganta según pasan los partidos. Llegó en pleno Madrid caótico la temporada pasada y se afianzó. En este nuevo equipo vuelve a ser indiscutible. No sólo corre, sino que también juega. En largo y en corto, a partes iguales. Y encima marca. Goles como el que logró en el Bernabéu no se ven todos los días. Por la escuadra, con la precisión de Kaká, la potencia de Cristiano y la mala leche de Benzema. Tres en uno y a la cazuela. La gente se rindió a sus pies, a sus botas y a sus pulmones.

Lo bueno de este Madrid es que cualquiera puede marcar. Ver a Marcelo dar un pase de gol con la derecha, o a Arbeloa arrancando desde el lateral para estrellar el balón con el poste enfatizan sobre la idea de fútbol que promulga Pellegrini. Se acabó el mirar sólo hacia atrás. Adiós a los tiempos de Capello, Juande y compañía.


RETORNOS DE RUUD Y DIARRA

Pese a cualquier intento de ruptura con el pasado siempre quedará Raúl. El capitán resiste a la llegada de jugadores y con sus goles tan particulares sigue camelando a parte de una afición que, a veces sin razón, le idolatra como cuando tenía 20 años. Aún así, su gol de pillo parece inamovible en cualquier tipo de casillero. En esta ocasión de cabeza y al primer palo, incluso con el hombro. Pero dentro, que es lo que importa.

Los que también se vieron dentro del campo, casi un año después, fueron Diarra y Van Nistelrooy. Ambos se llevaron una de las mejores ovaciones de la noche. Dos rodillas que les separaron del césped y que unieron una amistad tan fortificada como el madridismo espera que estén sus respectivos ligamentos. Más trabajo para Pellegrini, por tanto.

El paso de los minutos dejó ver a un Madrid más pausado. Sin dinamismo. El cansancio y la cercanía del choque ante el Deportivo fueron las mejores excusas para no sonrojar aún más al pobre Rosenborg. Tiempo habrá para forzar la máquina. El trofeo se quedó en casa y el Bernabéu, con este buen aperitivo, se fue contento a sus aposentos. Y eso, en los tiempos que corrían, ya supone la mejor de las victorias.