Uno de los ejemplos más clarividentes de las ganas que tenía la afición blanca de ver a su equipo lo demostró el lleno total que hubo, no ya en el Bernabéu, sino en la propia tienda del club. Allí no cabía un alfiler. La camiseta más vendida y demandada, como no podía ser de otra forma, la de Cristiano Ronaldo. Era la única elástica difícilmente encontrable con el estampado ya realizado. La norma habitual para todos aquellos seguidores que demandaban la casaca del portugués era comprarla sin número y nombre, y estamparlo en el momento. Una locura.
La llegada de los jugadores al Bernabéu trajo consigo la algarabía de los hinchas blancos. Bufandas, banderas y gritos de ánimo fueron las tres consignas que recibieron a los de Pellegrini en Chamartín.
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