Corría el pasado mes de abril cuando el Real Madrid visitaba a una de las revelaciones de la Liga, el Málaga. En juego estaba seguir recortándole puntos al líder de la tabla, el Barcelona, por lo que el duelo de La Rosaleda se planteaba como fundamental para que los de Juande Ramos mantuvieran sus opciones. Sin embargo, el partido no comenzaba demasiado bien para las aspiraciones merengues, pues los andaluces fueron mejores durante el primer tiempo y lograban llegar al descanso con empate a cero.
Todo apuntaba a que el conjunto blanco acabaría sufriendo para lograr la victoria, aunque Gonzalo Higuaín se encargó pronto de tranquilizar a los aficionados madridistas. A los tres minutos de la reanudación recogió un balón de aparente escasa importancia en la medular y comenzó una galopada en dirección al área rival. Primero quebró a un rival, para progresar con gran velocidad y habilidad hacia la portería y deshacerse de un último zaguero en el tramo final de su carrera.
Finalmente, el argentino cruzó la pelota ante la salida del portero rival y estableció así el 0-1 en el marcador, un resultado que ya no se movería en el resto del encuentro. La victoria estaba asegurada y una vez más Gonzalo Higuaín firmaba un tanto salvador para el recuerdo, al más puro estilo Ronaldo Nazario.
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