Polvorón a la pamplonesa

Los de Pellegrini no pasaron del empate ante Osasuna (0-0). Las ocasiones fueron escasas por ambas partes aunque Higuaín tuvo la victoria en la segunda parte en un mano a mano. El liderato deberá esperar.





Los antecedentes pronosticaban un partido para hombres. De los de no arrugarse. La lluvia, el juego de Osasuna y la presión ambiental no hacían presagiar el triunfo del juego de toque y pases en corto. Tocaba remangarse. Era el guión para esta película.

El Madrid tiró de la serenidad para paliar el inicio presionante de Osasuna. Pandiani y Aranda batallaban hasta con las piedras, aunque Albiol y Garay se multiplicaban, cabeza mediante, para evitar el peligro local a balón parado, el principal arma de los de Camacho.

Arbeloa, improvisado artista

Ficha técnica:


0 - Osasuna: Ricardo; Azpilicueta, Roversio, Miguel Flaño, Monreal; Juanfran (Rúper, m.79), Puñal, Nekounam, Camuñas (Calleja, m.92); Pandiani y Aranda (Masoud, m.63)

0 - Real Madrid: Iker Casillas; Sergio Ramos, Albiol, Garay, Arbeloa; Lass, Xabi Alonso, Marcelo (Granero m.82); Van der Vaart (Benzema, m.63); Cristiano Ronaldo e Higuaín (Raúl, m.72).

Árbitro: Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó a Nekounam (m.33), Pandiani (m.43) y Masoud (m.74), de Osasuna, y a Arbeloa (m.36), Sergio Ramos (m.70) y Lass (m.75), del Real Madrid.

Estadio: Reyno de Navarra. Buena entrada (19.236 espectadores)

Pellegrini pedía toque y movimiento alrededor del balón. Sin embargo, el esférico no llegaba en condiciones a los delanteros. Ronaldo lo intentaba apretando el propulsor de sus piernas, mientras que Higuaín se perdía en pugnas en la banda para forzar saques laterales. El mayor peligro de los blancos llegaba gracias a Arbeloa, que se transformó en Zidane y Cristiano en una jugada en el vértice izquierdo del área. Una bicicleta y un amago con la cintura le sirvieron para resquebrajar parte de la zaga pamplonica. Sin embargo, la jugada no llegó a buen puerto.

Las porterías tenían menos protagonismo que el cuarto árbitro. Es más, si no hubieran existido durante la primera mitad nadie las hubiera echado en falta. Es como si los tres palos hubieran tenido un desencuentro con el balón. No se encontraron. Ni siquiera se intuían. Aunque su relación estaba condenada al encuentro nuestro de cada día.  

Higuaín tuvo el triunfo en su bota izquierda

La presentación del choque preveía un partido de pocas ocasiones, en el que la efectividad marcaría la diferencia. La misma característica que sustentó al Madrid al comienzo de la temporada le abandonó en Pamplona. Higuaín tuvo el regalo de Reyes por adelantado, con resbalón de Flaño incluido, que le dejó delante de Ricardo. Sin embargo, el portero de Osasuna le mandó carbón al argentino sacando un guante a una pelota que olía a match ball. Ahí se perdió el Madrid.

Osasuna no quería más partido. El punto le valía, y el esfuerzo por conseguirlo había sido máximo. La consigna era clara: no más juego. Los saques de puerta se alargaron como un capítulo de Oliver y Benji, las caídas de los delanteros locales se multiplicaban como la tabla del nueve, y los recogepelotas se transformaron en duendes, pues desaparecieron en los últimos minutos. Total, que el 0-0 estaba cantado. Cantado al estilo gregoriano por los locales, y atragantado cual polvorón por los madridistas.