Supervivencia S.A

La Liga está caliente. Muy caliente. Tanto como el palo de churrero habría que decir. Del Madrid depende, y de los fallos del Barcelona, que el color de la misma se torne en blanco y permanezca así hasta el infinito, cuya vista no será más lejana que dos semanas.

Pellegrini pasará su enésimo examen de la temporada. En una semana en la que Mourinho ha sido el verdugo del Barcelona y ha sonado como futurible del Madrid, el chileno podría tener que mucho decir. En el campo, eso sí, que es donde mejor se defiende. Para palabrerías ya tenemos a otros que osan decir utilizar la lengua de Shakespeare en beneficio merengue. Sea como fuere, el Madrid de Pellegrini tiene que ganar a Osasuna. Es lo mínimo exigible.

Que juegue uno u otro, en esta ocasión, parece lo de menos. Sin menospreciar a Camacho, los pamplonicas deben ser un visitante de alfombra que honre el color de su camiseta, es decir, roja. Pese a ello, en el choque de la primera vuelta los blancos sufrieron una dentellada en su casillero dejándose dos puntos en el Reyno de Navarra. Resbalón que, ni por asomo, se debe producir en el Bernabéu, por más que las dudas de Granero, Guti o Kaká en el centro del campo puedan perturbar el sueño del técnico chileno. No hay excusas en este sentido.

Las visitas a Mallorca y Málaga, además del choque ante el Athletic en el Bernabéu marcarán el trío final de choques para el Madrid que decidirán su temporada. Con Platini y el Rey Don Juan Carlos fuera del alcance de la mano, la única cara a ver este año es la de Villar. Pese a todo, la Liga es el recurso para aprobar el curso. Y no se puede escapar bajo ningún concepto.