Esto es lo que Valdano piensa de Mourinho

Así ha hablado del portugués en su etapa de comentarista


Valdano, en su etapa como comentarista




Jorge Valdano se ha movido en todos los estamentos del mundo del fútbol: en el campo, en el banquillo, en los despachos y, durante mucho tiempo, en los medios de comunicación. Fruto de estos años trabajando desde este lado, el argentino se ha referido en varias columnas al que se supone que será el sustituto de Pellegrini, el portugués José Mourinho, tal y como publica Sportyou. De esta forma, podemos conocer lo que verdaderamente piensa Valdano del entrenador que para todos los expertos dirigirá el Madrid la próxima temporada.

Seis han sido los fragmentos que han incluido desde este diario digital y que creemos que deben ser leídos íntegramente. La primera columna es de 2005, y la última de 2008.

Tan distintos y tan iguales (5 de mayo de 2005)

A Benítez y Mourinho la vida les ha cruzado en desafíos de gran difusión mediática. Por eso se miran con una inevitable desconfianza. Pero, aunque la puesta en escena es casi opuesta, tienen dos relevantes puntos en común: hambre atrasada de gloria y el gusto por tenerlo todo bajo control. Puntos en común relacionados con un hecho trascendente: ninguno de los dos fue jugador de alto nivel. Eso les ha hecho concentrar toda su vanidad en la tarea de entrenar, lo que explica el hambre atrasada de gloria. El deseo de control tiene otra profundidad. Creo que quien no tuvo talento para jugar no cree lo suficiente en el talento del jugador, en la capacidad para improvisar soluciones. En definitiva: son el tipo de entrenadores que ellos mismo hubieran necesitado tener para haber llegado a jugar profesionalmente.


‘El método Mouri’ (25 de febrero de 2006)

Me cae bien la pose de maldito de Mourinho, pero eso no significa que crea en su inocencia. Pienso que el pésimo estado del terreno de Stamford Bridge era su plan ‘A’. El ‘B’ fue embarrar también la rueda de prensa posterior al partido, acusando a Lionel Messi de hacer teatro en la jugada donde resultó expulsado Del Horno. ¿Habla eso mal de Mourinho? Sí. ¿Habla eso mal del fútbol? No. Al revés, si este juego es una metáfora de la vida, la trampa no hace más que demostrarlo. ¿Quién dijo que la vida esté hecha sólo de mérito? ¿Quién dijo que en la vida la trampa encuentra siempre el límite de la justicia? Lo bueno del Barcelona fue confirmarnos que, a veces, el mérito le gana a la trampa. Y brillantemente.

‘Un mito moderno’ (4 de noviembre de 2006)

Mourinho arrastró sus rodillas sobre la hierba del Nou Camp para gritar el gol del empate al Barcelona con pasión de delantero centro, no de entrenador. De hecho, le robó el escenario y la foto a Drogba, que solo había marcado el gol. En cambio, Mourinho había llegado al encuentro con una interesante historia a cuestas. De traductor humillado a temible estratega, ha logrado cultivar una imagen de hombre en la que convive un guapo, un ganador y un provocador. Pocos negocios hay mejores que el de hacer coincidir, en una misma persona, todo lo bueno y todo lo malo. Mourinho atrajo durante todo el partido los insultos de ochenta mil aficionados y, en medio de ese clima asfixiante, llegó el gol de la perfecta venganza. Una auténtica oportunidad de oro para alimentar el mito de ganador maldito.

‘Coherencia’ (3 de noviembre de 2007)

Cuando un club no sabe lo que quiere, los equipos no saben. El ejemplo es el Valencia. Quique fue destituido y no se sabe si por su personalidad, por los resultados o por el juego. En las alturas, los directivos dudaban entre ofrecerle el cargo a Mourinho, Lippi o Koeman (la impresión es que importaba más la celebridad que el estilo). Ningún responsable del Valencia ha aclarado cuál es el objetivo del cambio. Cuando cayó Capello, Calderón habló de “búsqueda de la excelencia” y “de ganar jugando bien”. Ya está: formulada la meta, todos a buscarla. En Valencia todos hablan: periodistas, aficionados, directivos y nadie sabe lo que quiere. En clara muestra de coherencia con el entorno, en el campo, y nada menos que contra el Real Madrid, el equipo ni defendió ni atacó ni todo lo contrario.

‘Un intruso pedagógico’ (3 de mayo de 2008)

Tiene cara de nada, dice pocas cosas, en los partidos pasa desapercibido… Como Avram Grant no vende una escoba, el periodismo no sabe qué hacer con él. De momento, ha decidido que tiene suerte y con eso explican el suceso del Chelsea, por primera vez en una final de Champions League. Me interesa este Don Nadie venido repentinamente a más porque ha traído al fútbol la virtud de la desmitificación. Como el peso del resultado sobre la percepción es aplastante, con la victoria del Chelsea sobre el Liverpool, Grant se pasó por la piedra en una sola noche el fútbol científico de Benítez y el poderoso carisma de Mourinho. ¿A que parece estúpido? Pues lo es. Pero no lo es menos atribuir a los entrenadores más poder desequilibrante que a los jugadores, sólo porque tienen fuerza mediática. En el mundo de los juegos, como en el de las artes, la academia debe tener un límite. Si permitimos el excesivo intervencionismo de los entrenadores, eliminaremos toda idea de felicidad, en los jugadores primero y en los espectadores después. (…) Entre el Chelsea y el Barça no hay mucha diferencia técnica (aún desde estilos distintos), pero sí de compromiso. El Chelsea fue construido por la billetera de Abramovich y la fuerte personalidad de Mourinho (…), pero si mantiene la vigencia a pesar de los cambios en la dirección es por el hambre de gloria de gente como Terry, Carvalho, Lampard, Ballack, Drogba… Cuando una plantilla está formada por jugadores emblemáticos que transmiten a las jóvenes la honestidad, responsabilidad y valentía propia de los buenos profesionales, todo es más fácil.

‘La mirada’ (6 de septiembre de 2008)

Empató Mourinho y perdió Guardiola. Es increíble cómo la actualidad concentra la atención en determinados individuos. El Inter o el Barça son clubes con sus presidentes, directivos, empleados, jugadores y millones de aficionados. Pero cuando el periodismo apunta a un personaje, hacia ahí va la mirada de la opinión pública. Milagros de la percepción. Mourinho es un carisma andante que no se sabe muy bien lo que representa, pero la fuerza de su imagen es imprescindible para los medios. Lo de Guardiola es distinto. Simboliza una idea que algunos defendemos (como bendita) y otros atacan (como maldita), suficiente carga energética para producir una bomba informativa. Cuando empieza el partido, el entrenador es un pobre tipo que pone su cargo en manos de los jugadores. Creerle dueños del resultado no es más que una ilusión… que vende periódicos.