Pocas veces un gol de un partido liguero a dado tanto que hablar. Y más si no se hace del goleador, sino del asistente. Esto es lo que ocurrió con el tanto marcado por Benzema el pasado 30 de enero en Riazor. Corría el minuto 39 de encuentro con 0-1 en el marcador cuando Kaká le envió un pase interior a José María Gutierrez Guti que le dejaba solo ante Aranzubia. Sin embargo, el centrocampista no chutó a puerta como todo el mundo esperaba, sino que dejó con un taconazo seco y preciso el esférico para que Benzema, que llegaba desde atrás, remachara a gol.
Como era previsible, la acción asombró a todo el mundo. Pronto el gol se convirtió en la comidilla entre los aficionados al fútbol, sorprendidos por una jugada que sólo Guti podía hacer. La sangre fría del de Torrejón quedó patente con un taconazo lleno de calidad e inteligencia que, además, contribuyó a que el Madrid rompiera con casi dos décadas de maleficio en el estadio de Riazor. Un tanto histórico, tanto por su belleza como por su importancia, que perdurará en la memoria del madridismo durante muchos años.
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