Al Madrid le sigue costando jugar bien

Los blancos se llevaron el trofeo Bernabéu tras imponerse al Peñarol (2-0). Un golazo de Di María desniveló la contienda. El Peñarol fue un mero comparsa en la fiesta blanca.





Le va a costar al estilo de José Mourinho encandilar al Bernabéu. Puede que la condición física no sea la mejor, malo sería si así lo fuera, sin embargo el Madrid no termina de enganchar con su juego. Y eso que enfrente estaba el Peñarol, un equipo muy normalito que no pasaría de mitad de la tabla en España. Es más, probablemente estaría peleando por no descender.

Los blancos no salieron en tromba a por el partido, ni mucho menos. Sin embargo, Xabi Alonso estuvo cerca de desvirgar la portería del Bernabéu por vez primera esta temporada con un chutazo desde la frontal que encontró como amigo al palo de la meta de Sosa. Poco después fue el asistente de Ramírez Domínguez el que se encargó de anular la segunda acción merengue en el área visitante. Una buena triangulación remata por Cristiano y definida a gol por Higuaín no subió al marcador por fuera de juego de éste. No hubo error esta vez y el colegiado acertó.

Ficha Técnica:

Real Madrid: Casillas, Lass (Arbeloa 46’), Ramos, Carvalho (Mateos 75’), Marcelo (Juanfran 71’); Alonso, Khedira (Gago 46’ (Di María 54’)), Canales (59’), Özil (Pedro León 46’); Ronaldo (Van der Vaart 83’), Higuaín (Benzema 46’)


Peñarol: Sosa, Alcoba, Ríos, Rodríguez, Pacheco; Martinuccio (Alonso 88’), Estoyanoff (Collazo 79’), Aguirregaray (González 88’), Sosa; Albín, Domingo (Corujo 70’)

Goles: 1-0 Di María (68’), 2-0 Van der Vaart (penalti 90’)

Árbitro: Ramírez Domínguez (colegio andaluz). Amonestó a Carvalho y Pedro León

Estadio: Santiago Bernabéu. Gran entrada (73.000 espectadores).

El que no volvió a acertar mucho más fue el Madrid, que cayó repentinamente en ese ritmo cansino y espeso que le viene envolviendo en partidos como el de Lieja o en la primera parte en Alicante. A Khedira le sigue faltando dinamismo para darle velocidad al juego. Canales lo intentó. Y mucho. Se movió por todo el frente de ataque. La fortuna no le terminó por sonreír pero su dinamismo sí era más apreciado por el Bernabéu que la lentitud de Khedira. Arriba, Cristiano e Higuaín peleaban por su golito particular. El portugués se enfrascó en una absurda pelea con los defensores uruguayos que estuvo cerca de derivar en alguna mala patada. Y es que aún en pretemporada, el luso no pierde ni el carácter ni la competitividad aunque debe medirse si no quiere darle un disgusto a su equipo durante el año.

El segundo acto comenzó de forma muy parecida al primero. En esta ocasión fue Cristiano Ronaldo el que tuvo dos oportunidades prácticamente seguidas para abrir el melón aunque no tuvo suerte. Primero lo intentó desde dentro del área y, a renglón seguido, de cabeza. En ambas se encontró con las manos de Sosa que evitó que el devenir del partido cambiara. Lo que no cambiaba era el conato de tostón que comenzaba a caer sobre el Bernabéu.

Di María cambió el ritmo

Lo de conato no creció porque Di María no quiso. Y es que al argentino, al que se le vio especialmente rápido y eléctrico, le salió una de esas jugadas plásticas y bellas de las que luego puedes presumir delante de amigos y familiares durante una buena temporada, a pesar de ser un partido amistoso. El ex del Benfica borró al primer zaguero del mapa con un regate al más puro estilo Messi. El siguiente obstáculo en forma de defensa fue salvado con un dentro-fuera y, para finalizar, golpeo certero a la red. Buen estreno de Di María. El Bernabéu le tomó la matrícula. Y es que las primeras impresiones en este estadio son muy importantes, y el argentino salió con nota del envite. Tampoco falló con sus tradicionales minutos de gloria Van der Vaart. El holandés apenas tuvo siete minutos, pero le sirvió para provocar un penalti y reivindicarse transformándolo en el segundo y, por su forma de celebrarlo, quién sabe si el último del jugador tulipán como merengue en Chamartín.

Fue lo único salvable de un Madrid que sigue sin encontrar el rumbo del juego y el disfrute. Que huye de la excelencia pero que sigue sin perder. De momento, es el único consuelo de los blancos, el resultadismo que atesoran en los primeros partidos de la era Mourinho. Hay que ver si, únicamente con esto, el fino paladar del Bernabéu aguanta mucho tiempo.

Fotografías: realmadrid.com