Ronaldo resuelve entre la anarquía merengue y el despropósito de Clos Gómez

Ronaldo marca por fin y da además una asistencia. El Espanyol se lleva demasiado castigo para el poco fútbol blanco. El árbitro se erigió en protagonista al expulsar a Pepe y Galán en apenas dos minutos. Benzema marcó con sólo diez minutos en el campo


Ronaldo celebró así su gol




A pesar de que un martes a las diez de la noche no es momento para un partido de fútbol (y así se pudo comprobar mirando las gradas del Bernabéu), ante el Espanyol el Real Madrid hacía frente ya no sólo a uno, sino a varios partidos. El primero y más importante, el de los tres puntos de Liga ante los hombres de Pochettino. Pero no era el único, porque en un equipo en formación como el merengue los focos estaban también sobre el rendimiento de Özil (hoy impotente sin espacios), la efectividad goleadora de Ronaldo e Higuaín, el concurso de Lass en detrimento de Khedira o el recibimiento de la afición merengue a Mourinho después de toda la polémica con la selección de Portugal.

Y el luso fue el primero en sumar una victoria, pues al ser nombrado su nombre por el speaker antes de comenzar el partido no sólo no se oyeron pitos, sino que una minoría le aplaudió incluso, consciente quizás de que su reacción tendría eco en los medios, sobre todo en los que no son precisamente madridistas. Y otro de sus compatriotas en el césped fue el siguiente en apuntarse un tanto: Cristiano Ronaldo. Mucho se había hablado en esta semana de su individualismo, de sus posturas y de su actitud, pero tarde o temprano tenía que callar las bocas de todos los intoxicadores. Y lo hizo como mejor sabe, que es marcando un gol y dando una asistencia. El tanto llegó en el minuto veintisiete, y con incertidumbre. Primero, porque llegó en un penalti que Clos Gómez decretó tras ver manos de Luis García desde la barrera al saque de una falta. Fue cuanto menos dudoso, urdido quizás a modo de compensación por uno anterior algo más claro sobre Marcelo y que terminó con amonestación al brasileño. Y segundo, porque el colegiado le mandó repetirlo después de haber anotado. El ‘7’ volvió a postularse cual pistolero, y volvió a engañar a Kameni por el mismo lado por el que lo había hecho poco antes dando así por zanjada su particular reválida con el gol. Pero además, Ronaldo dio también la asistencia a Higuaín para que marcara el segundo gol cuando peor lo pasaba el equipo blanco: cuando jugaba ya con diez y el partido expiraba con sólo un tanto de diferencia. Fue prácticamente el único pase que dio de primeras, y sirvió para que el Madrid cerrara definitivamente el partido. Y es que las dudas en Cristiano ofenden a la lógica. ¿Quién no quisiera once Ronaldos en su equipo?

Casillas se llevó la pitada del Bernabéu por rifar el balón

Sin embargo, a pesar de estos dos destellos de la estrella más rutilante en el firmamento blanco, el partido hoy no fue ni mucho menos lúcido. Más bien, volvió a ser un encuentro feo, gris y ramplón. Y es que, como viene siendo habitual en estos primeros compases de la temporada, el equipo merengue volvió a partirse en dos mitades: los que defienden y los que atacan. Las conexiones entre el cuarteto formado por Ozil, Di María, Ronaldo e Higuaín y la dupla Xabi-Lass eran prácticamente inexistentes, con lo a los ocho jugadores del Espanyol les resultaba muy sencillo defender a los cuatro del Madrid. Porque, como viene siendo habitual también desde hace tiempo, la velocidad en el juego del conjunto blanco es poco menos que una utopía, de forma que aunque Xabi se hinchó a recuperar balones, los pericos siempre tenían tiempo de volver a recomponerse en la retaguardia. Así, sin espacios y sin jugadas al primer toque, es difícil ver lucirse a Özil, a Ronaldo o Di María por ejemplo, o lo que es lo mismo, ver un fútbol vistoso y combinativo en el coliseo blanco. Y precisamente por ello, la afición merengue despidió con la indiferencia, e incluso algunos tímidos pitos, a su anárquico equipo al llegar el descanso. Sobre todo a un Casillas (sí, a Casillas) que balón que tocaba, balón que perdía en un pelotazo sin sentido.


Eso sí, el guardameta terminó el partido con la afición en el bolsillo. Porque aunque siguió dando pelotazos, también le sacó un remate a Verdú nada más regresar de los vestuarios y otro a Luis García que se colaban dentro. Y es que aunque el Espanyol no solía hilar muchas jugadas seguidas, cada vez que llegaba a las inmediaciones del área merengue, lo hacía con mucho veneno encima. Y así, Callejón y el propio Verdú ya tuvieron dos disparos en la primera parte que se marcharon fuera por poco también.

-          La ficha:

3 -R.Madrid: Casillas; Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo; Xabi, Lass; Ronaldo, Özil (Khedira 61), Di María (Arbeloa 61’); e Higuaín (Benzema 79’).

0 -RCD.Espanyol: Kameni; Chica, Galán, Forlín, D.García (Dídac 46’); Molina, Duscher; Luis García, Verdú, José Callejón (Javi López 84’); y Sergio García (Vázquez 73’).

Goles: 1-0, Ronaldo p. (27’); 2-0, Higuaín (78’); 3-0, Benzema (86’)

Árbitro: Clos Gómez (Com. Aragonés). Amonestó a Marcelo (23’), Luis García (27’), Verdú. Expulsó a Pepe por doble amonestación (16’ y 60’), a Galán por roja directa (61’), y a Forlín por roja directa (87’).

Incidencias: Jornada 4 de Liga. Estadio Santiago Bernabéu. 70.000 espectadores (Casi lleno). El césped del estadio, en muy mal estado en la banda de los banquillos.

Higuaín se reencuentra con el gol después de fallar nuevamente tres claras ocasiones

Afortunadamente para el madridismo, los pericos no acertaron en los acercamientos que tuvieron y sí que lo hizo Higuaín. Y además en el momento más crítico del partido, esto es, después de que un ataque de protagonismo se apoderara incomprensiblemente de Clos Gómez rondando el minuto sesenta de partido expulsando a dos jugadores por la ley de birli birloque. Primero expulsó a Pepe al mostrarle la segunda amarilla porque él quiso. Y para compensar, al minuto después expulsó a Galán con roja directa por una entrada a Ronaldo que, si bien llegó muy tarde a por el balón, no pareció tan violenta tampoco. Si se dejó influir por la polvareda formada por la lesión de Messi nunca se sabrá a ciencia cierta, pero desde luego lo pareció. En ésas, Mourinho movió el banquillo. Y aunque él luego pueda decir lo contrario una y mil veces, lo hizo para cerrar el puño e intentar dejar los tres puntos dentro del mismo. Porque es la única explicación posible a sacar de una sola vez a Di María y Özil por Arbeloa y Khedira. Pero eso sí, ya fuera porque había más huecos o porque el daño de las expulsiones fue mayor en el lado catalán, lo cierto es que al técnico le funcionó a la perfección. Y es que fue entonces cuando el Madrid gozó de más ocasiones y anotó más goles. El primero, el del Pipita en el minuto setenta y ocho en la única jugada al primer toque de Ronaldo. Robó Arbeloa en el centro del campo, pasó al extremo luso y éste de primeras asistió al ‘20’ madridista para que se quitara la espina de las tres ocasiones claras que hoy nuevamente falló.

El segundo tanto dejó cerrada la victoria blanca con doble llave y tres candados, pero por si acaso Benzema puso un lazo más para amarrar el botín y, de paso, dejarlo bonito. Fue tras una gran triangulación de Lass y Marcelo cuando el francés recibió el balón de espaldas y remató a gol a la media vuelta dando la razón nuevamente a los teólogos que aseguran que es más fácil jugar al fútbol al primer toque. Con el tanto del galo se terminó el partido. Quizá demasiados goles para el poco fútbol demostrado hoy, pero ya lo decía Manolo Escobar: “Goles son amores”. Goles que sirven para que el Madrid sume tres puntos más hasta llegar a los diez, aunque el juego no termine de ser todo lo fluido que se esperaba.

FOTOS: realmadrid.com