Hoy no hay partido. Hay Mourinho

Él lo acapara todo





 El preparador madridista medita presentar en el Calderón un nuevo sistema, 4-3-2-1, con Gago y Granero en el once, y el ensayo quedó soslayado por las polémicas. 

Hoy no hay partido. Hay Mourinho. Ni la trascendencia de un derbi puede con él. Si se habla de los colegiados, surge el portugués. Si hay insultos en un estadio, son para el entrenador del Real Madrid.

Él lo acapara todo. Le dice a Valdano que no mande recados por la prensa. La FEF le toma el pelo y el Madrid pega duro

 Si hay expedientes por declaraciones, el acusado es el mejor entrenador del mundo. Y si hay una federación que ironiza con un profesional por sus críticas a los árbitros, la torpeza es de la FEF y el menospreciado es Mourinho.


 El Real Madrid acusó ayer al organismo que preside Villar de falta de neutralidad y pidió responsabilidades. Pero su técnico no se detiene. Arrasa con todos y es la diana de todos. Lanzó un mensaje a Valdano, respondió al Comité de Árbitros tras abrirle un informe disciplinario por sus críticas a Pérez Lasa y se consideró la víctima a la que vilipendian la Federación y la afición del Atlético. Sus ayudantes airean el rumor de que se marchará en junio. ¿Alguien da más?

 El director general del Real Madrid le lanzó una andanada en Almería al hablar de un fichaje: «El equipo tiene un “nueve” —Benzema— y está en el banquillo». El entrenador le contestó desde Valdebebas: «Estoy demasiado mayor para recaditos en los periódicos».

La guerra entre los dos no la soporta ni una entidad con la historia del Real Madrid. «Mourinho desea tener la potestad de la creación de la plantilla, como hacía en el Chelsea y en el Inter, no le gusta que otro haga el equipo», dicen las personas cercanas a él. Tienen claro que los dos no podrán continuar juntos en el futuro.

   El Madrid, en este enero raro y triste, se enfrenta a un desafío extremo, como los de Calleja en Cuatro. Un desafío que viene desde fuera y desde dentro. Y el partido de hoy, así, adquiere una dimensión que no habría tenido en otro momento. Mourinho, visto y leído lo visto y leído, es, sin remisión, Gary Cooper en el fascinante western, de tantas aristas políticas,

  Sólo ante el peligro. Sólo, ante el peligro de caer eliminado; sólo ante el peligro de que Benzema juegue y sólo ante el peligro de que Benzema no juegue; sólo ante el peligro de sí mismo y sólo ante el peligro del poderoso altavoz que provocan sus comentarios.

 El empate ante el Almería ha destapado las mismas voces que ya clamaron tras la derrota del Camp Nou. Da igual que fuera el propio Mourinho quien advirtiera lo que podía suceder; da igual que pidiera un delantero en la pretemporada; da igual que manifestara desde el principio que lo de Higuaín iba para largo.

  Todo da igual. Ahora resulta que la clave es el partido contra el Almería. Seguimos igual. Ya el viejo José Zorrilla en las espléndidas páginas que contaban sus andanzas, Memoria del tiempo viejo lo dejó bien claro: "En España, en octubre, nadie se acuerda de lo que dijo en mayo".

  Pareciera que las excelentes cifras de Mourinho han caído en el más completo de los olvidos. Por un partido. Una sociedad liquida (Baumann), en la que todo fluye y se diluye no está para esperas ni proyectos sólidos. Exige el fervor de lo efímero, lo transitorio, lo inmediato.

 La mejor metáfora de todo ello es la que semeja las hazañas futbolísticas con el alpinismo. El notable escalador ruso Anatoli Bukreer parece haberlo escrito dedicado a Mourinho: «Ahí arriba ningún hombre escapa a su destino». Lo que ocurre es que, a esta hora del jueves, el destino del Madrid y de Mourinho es el mismo.