El Madrid jugó la mejor primera parte de la temporada

Benzema (2) y Adebayor, los goleadores en el 1-3 de los de Mourinho al Racing. Partidazo de Özil liderando al equipo. El Madrid fue más equipo en lo colectivo que nunca.





Los jugadores del Real Madrid celebran uno de los goles conseguidos en el Sardinero. foto: realmadrid.com

Adebayor, Benzema, Di María, Alonso y todo el frente de ataque del Madrid se movió como nunca. Todos ellos liderados por ese bajito alemán de ojos enormes que ve pases en los huecos donde no los hay llamado Özil. El germano dio una total exhibición de pausa, sprint y de cómo mover a un equipo bajo la batuta de un señor centrocampista. Fue ahí, en el medio, donde el Madrid se mostró intratable. Fue la cocina de la que salieron platos en forma de gol que degustaron Adebayor y Benzema a partes iguales.

La salida en tromba del Madrid, siguiendo con las paradojas de la vida, recordó a la pesadilla de los palos de Riazor. Y es que Xabi Alonso en una falta y Benzema en un latigazo con la zurda se encontraron con la madera. La que impidió la victoria ante el Deportivo y la que, parecía, podía amenazar el reinado blanco en Santander. Sólo fue un espejismo. Fue cuestión de que Özil frotara la lámpara. Ahí se acabó el Racing, se acabó el partido e, incluso, todo el mundo se olvidó de que Cristiano Ronaldo no estaba presente en el partido. El ‘23’ blanco emuló a otro ‘23’, el mítico Jordan, para hacer magia en la frontal, tirarse una pared con Benzema, burlar a la zaga del Racing y cuando la gloria llamaba a su puerta prefirió coronarse como el samaritano del año asistiendo a Adebayor para que marcara su primer gol como madridista lejos del Bernabéu. Fue un regalo caído del cielo para Adebayor. Del cielo germano-turco.

Özil estaba en plan estrella. Y no quería dejar ahí la cosa. Con la escuadra y el cartabón en la mochila dibujó un pase milimétrico a la espalda de la defensa y allí Benzema se comió el balón, al portero y, finalmente, también a la red. Fue un gol canónico: pase al hueco, buen control y remate certero. Fue la mejor definición para la mejor media hora de juego de la era Mourinho. Con mayúsculas.

Ficha Técnica:


Racing: Toño; Pinillos (Francis 78’), Osmar, Torrejón, Christian; Kennedy, Lacen (Tato 87’), Colsa, Munitis; Giovani (Ariel 81’) y Rosenberg

Real Madrid: Casillas; Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo; Alonso, Granero (Albiol 78’); Özil (Álex Fernández 89’), Benzema (Canales 78’), Di Maria; y Adebayor

Goles: 0-1 Adebayor (23’), 0-2 Benzema (26’), 1-2 Kennedy (70'), 1-3 Benzema (75')

Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Sergio Ramos, Rosemberg

Estadio: Campos de Sport del Sardinero. Buena entrada. 20.000 espectadores

Como el partido era una paradoja en sí mismo, de repente, el Madrid se desconectó. Le falló la corriente y tal vez el interés en saber nada más de algo que pintaba a trámite. Sin embargo, una par de bofetones del Racing le hicieron despertarse. El primero se quedó sólo en cachete porque Pinillos no pudo transformar el penalti que Casillas le detuvo lanzándose a su izquierda. Lo adivinó y lo atajó como si lo hubiera lanzado un niño de cinco años. Sólo le faltó saludar al respetable mientras agarraba la pelota. El amago de Pinillos no se repitió con Kennedy. Éste le ganó la espalda a Carvalho y engatilló para superar a Iker. Parecía extraño, pero después de un baño de fútbol y una superioridad manifiesta, el Madrid sólo ganaba por un gol en Santander. Mal tufillo.

De repente pareció que el Madrid volvió a darle corriente al juego. Una mínima chispita le recordó que el partido había que matarlo. Y lo hizo. Sólo necesitó cinco minutos. Benzema volvió a desmarcarse con habilidad y cuando se presentó delante del portero puso el cuerpo y la bota en la dirección correcta y, por ende, también el balón. A la red. Era, esta vez sí, la sentencia. Ésta puedo ser más sangrienta si, nuevamente, la paradoja no hubiera concebido que Adebayor lanzara un penalti cuyo destinatario parecía ser Özil, Xabi Alonso o, incluso, Canales, que había salido al campo en medio de una división de opiniones más propia del rencor que del agradecimiento. El togolés quería poner el empate a dos en la pugna particular con Benzema, pero Toño se metió en medio y lo evitó.  Al final sólo fue una anécdota algo a lo que se ceñirán algunos para mencionar el debut del canterano Álex Fernández con la primera plantilla. Es cierto que Mourinho volvió a quedarse corto con los chavales, sólo dos minutos, pero este pelirrojo a lo 'pipi calzas largas' dará muchas tardes de gloria en el futuro del Madrid. El presente, por el contrario, dejan las cosas como estaban. La Liga a siete puntos y al mago Özil cada vez más abierto de ojos y de juego.