El honor también suma puntos

El Madrid salvó un punto a base de garra a pesar de haber jugado casi toda la segunda parte con un jugador menos.





Pese a todo, el guión del partido, con Pepe sin Pepe o con cualquiera que fuera el centrocampista que hubiera metido Mourinho parecía tan conocido como el final de las películas de Pajares y Esteso. El Barcelona agarró el balón y el Madrid se puso a correr tras él con el objetivo de hacerle daño a su oponente a base de contraataques liderados por Di María, Cristiano y Benzema. Las cartas estaban encima de la mesa, con la trama conocida por todos. Así las cosas fue el Barcelona el que monopolizó el control del balón en cantidades empalagosas. El Madrid no sufría en exceso, cierto, pero en el Bernabéu había la sensación de que así era difícil meterle miedo al Barça. Máxime cuando las recuperaciones de pelota de los blancos se producían más cerca del área de Casillas que del área de Valdés. El respeto era mutuo, los estilos dispares. Dos formas de llegar a la meta, esprintando o rodando.

El sobeteo de balón del Barcelona no terminaba casi nunca en peligro aunque las paredes visitantes hacían estragos en los pulmones de los centrocampistas blancos. Xabi y Pepe corrían para ambos lados, con el peligro de llegar a la reserva antes de lo deseado. En un pequeño resquicio encontrado por los culés fue Messi el que intentó superar a Casillas. No lo hizo por el gran aguante en el mano a mano del portero merengue. Se salvó el Madrid.

Como si esa oportunidad le hubiera servido a los blancos para quitarse cierta cadena atenazadora, los de Mourinho se vinieron arriba. Siempre con sus armas. Las que tanto inquietaban a Guardiola. En una contra, un remate duro de Benzema lo tuvo que sacar Valdés con más apuros de los previstos. Parecía poca cosa pero era lo mejor de lo que había dispuesto el Madrid. Sobre todo hasta que, poco antes del descanso, un cabezazo de Cristiano fuera repelido por la cabeza de Adriano cuando el grito del portugués se rozaba el cielo. Ahí el que se salvó fue el Barça. Y por muy poco. Unos centímetros nada más.

Ficha Técnica


Real Madrid 1: Casillas, Ramos, Pepe, Carvalho Marcelo, Pepe, Xabi (Adebayor 66’), Khedira, Di María (Arbeloa 66’), Benzema (Özil 56’) y Cristiano Ronaldo.

Barcelona 1: Valdés, Alves, Piqué, Puyol (Keita 56’), Adriano (Maxwell 80’), Busquets, Xavi, Iniesta, Villa, Pedro (Affelay  65’)y Messi.

Goles: 0-1 Messi (p.51’), 1-1 Ronaldo (p.81’)

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Adriano, Piqué, Marcelo, Arbeloa, Alves, Xavi

Estadio: Santiago Bernabéu. Lleno total. 80.000 espectadores.

Si había una palabra que estaba definiendo el partido esa no era otra que igualdad. Sin embargo, cuando la diferencia entre contendientes es tan corta son los pequeños detalles los que marcan la diferencia. Y eso fue lo que le pasó al Madrid. Nada más volver de la caseta Cristiano Ronaldo enganchó uno de sus habituales misiles hacia la portería de Valdés. Buen golpeo, colocación y dirección. Casi perfecto. Le faltó lo más importante, el encuentro con la red. Y éste no llegó porque el malo de la película se metió en medio, el poste.

Como el fútbol es así de caprichoso, de lo que pudo ser el 1-0 se pasó al 0-1. De la forma más cruel y dolorosa, además. Albiol se comió un balón largo en el que Villa le birló la cartera. El roce de cuerpos dejó al asturiano en posición franca y el zaguero madridista agarró de donde no debía. Muñiz tampoco se lo pensó demasiado. Penalti y expulsión. Mazazo total. Messi transformó la pena máxima en el 0-1. Golpe doloroso.

Sin embargo, el Madrid tiene más vidas que un gato. Y lo volvió a demostrar una vez más. El Barcelona se relajó cuando debía apretar y dejó respirar a un Madrid que se agarró a su público y a los cambios de Mourinho para tratar de cambiar el partido. Como iba estaba claro que perdería. Y Mou movió sus piezas más acertadamente delo que parecía. Con Adebayor buscando los balones largos que Benzema ni había olido, los blancos fueron descaradamente a por el juego directo. Y no les fue mal. Nada mal. De hecho, mucho mejor que cuando el partido era de once contra once.

El empuje del Madrid, más con el corazón que con la cabeza, le sirvió para rescatar el punto del honor. El del coraje y la brega. El que le sirve más psicológica que estadísticamente. Marcelo, que subió más en inferioridad numérica que en igualdad de efectivos, le birló un penalti a Alves que entró a lo loco. Pecado mortal. Cristiano tenía la ocasión de desquitarse y lo hizo. Engañó a Valdés y obró el milagro de la igualada. Un punto de oro. Para la Liga poco vale pero, con las batallas que restan, más valioso que un potosí.