No diga Uefa: diga Uefarsa

El doble rasero de Platini a la hora de sancionar el racismo y el no 'fair-play' deja un halo de corrupción realmente indeseable para el fútbol europeo.





Yo no soy de los que vaya a gritar a los cuatro vientos que la Champions League es una competición amañada desde las instancias superiores de la UEFA, al igual que algunos sugieren que está ocurriendo con la Liga Española. Me niego a pensar esa aberración, como también me niego a claudicar ante los que nos quieren vender que el Barcelona es el ejemplo para todos los niños y el Real Madrid y Mourinho la reencarnación del mismísimo demonio. Ni yo, ni tampoco los madridistas, deberían caer en esa doble vara de medir en la que parece que sí ha caído la UEFA.

Pero yo, como aficionado a este deporte y como periodista, también tengo ciertas intrigas cuando me pongo a reflexionar sobre las últimas decisiones que Platini y su séquito de inquisidores han tomado en los últimos meses. Porque yo, al igual que Mourinho, me hago preguntas que me atormentan: ¿a qué se refiere la UEFA cuando afirma que las pruebas presentadas por el Madrid en el caso de Busquets no son concluyentes? ¿Acaso no se distingue que le llama mono (lo de ‘mucho morro’ no cuela ni en la clase de parvularios)? ¿La confesión del jugador no vale?

 

 


Si en un tema tan serio como el racismo se aplica el doble rasero, mal vamos. Echando la vista atrás, recuerdo que hace dos años, Platini, en su empeño de defender a su Madre Patria, sancionó al Atlético de Madrid con un partido a puerta cerrada en su estadio porque el Olympique de Marsella dio por hecho que los gritos de ánimo al ‘Kun’ Agüero eran apología del racismo. Si ante esas ‘pruebas convincentes’ la UEFA tomó una decisión injusta a todas luces, ¿quiénes son Platini y compañía para dar lecciones morales sobre este tema?

El despelote no queda ahí. En todos y cada uno de los partidos de la Champions se insta a los jugadores de todos los equipos a que sigan el principio del ‘fair play’, a que el juego limpio se imponga frente a los tramposos que quieran ensuciar este hermoso deporte que es el fútbol. Este tema la UEFA se lo ha venido tomando mucho más en serio que la Federación Española de Fútbol: sanciones más duras, multas económicas a los jugadores que no cumplan este principio, concienciación a los más jóvenes, etc.

Sin embargo, ha sido aparecer en escena el Barcelona para que el ‘fair play’ se haya ido al garete. Y es que les invito a hacer la siguiente reflexión: si a Dida le cayeron dos partidos de suspensión por simular que de la grada le había caído un objeto, ¿por qué Pedro no recibe un castigo similar por fingir agresiones de los jugadores del Madrid? Y he mencionado a Pedro como lo podría haber hecho también con Alves, Busques o Mascherano. Si son los jugadores los primeros que deben dar ejemplo: ¿por qué a Alves se le da barra libre para confundir a los árbitros?

Si los lectores de DC pueden explicarme estos desmanes, por favor que me lo hagan saber porque yo estoy realmente confundido. Mira que la palabra corrupción difícilmente casa con el deporte, pero hay casos en los que uno sólo puede poner el grito en el cielo. Que Busquets y otros jugadores del Barcelona vayan a jugar la final de la Champions, y encima vayan a vender al mundo entero que no hay nadie más estupendo y guapos que ellos es algo que no puedo entender. Sólo el Manchester puede hacer que se haga justicia en este asunto en la final de Wembley. Porque de la UEFA y los árbitros…¡para fiarse estamos!