DC pone nota a la temporada

Un resumen por lo más destacado de los últimos doce meses.





Con José Mourinho el Real Madrid ya sabía a lo que tenía que atenerse: toda la estructura del primer equipo debía girar en torno al entrenador. Eso empezó a traducirse en unos fichajes que poco o nada tuvieron que ver con los que hicieron en otras temporadas con Florentino Pérez al mando de la nave merengue. Salvo Özil, el único fichaje con el sello personal del presidente madridista, el resto de contrataciones respondieron más bien a un perfil de jugador de equipo (caso de Carvalho) o más bien jugadores jóvenes con un amplio margen de mejora (Khedira, Di María, Pedro León y Canales). Entre todos ellos no llegaron a costar ni 70 millones de euros, una señal de que con Mourinho, más que la cantidad gastada, se valora más la relación calidad – precio.

Con Mou llegó también un cambio en la planificación de la temporada. La universidad de Los Ángeles se convirtió en el bunker en donde el equipo empezaría a dar sus primeros pasos en la temporada, los cuales se vieron entorpecidos por la lesión de Kaká, que regresó de vacaciones con una lesión en la rodilla que le obligó a pasar por el quirófano y estar cuatro meses en el dique seco. Los primeros amistosos ya dejaron claras algunas de las líneas maestras de lo que iba a ser el juego del equipo esta temporada: solidaridad en defensa, presión asfixiante al equipo rival, y el juego a la contra como el gran arma del conjunto madridista.

Muchas dudas al comienzo de temporada

Aunque no se practicaba un fútbol brillante, al menos no se perdía ninguno de los ‘bolos’ veraniegos, y los fichajes como Pedro León y Canales (aunque meses más tarde pasarían al ostracismo) empezaban a ilusionar al madridismo. Pero la estrella de ese equipo era Mourinho. Así lo entendió la afición desde el primer momento, consciente de que con el portugués se podía, tanto con palabras como con hechos, acabar con la hegemonía del Barcelona. El luso sabía que para lograr ese objetivo habría que solventar muchos obstáculos, y esos empezaron a aparecer desde el primer momento.


El comienzo de Liga dejó entrever unas carencias en el juego del equipo realmente alarmantes, con sendos empates fuera de casa ante Mallorca y Levante, y la sensación de que el equipo tenía una carencia de fútbol nada acorde con el nivel de la plantilla disponible. En ese mal comienzo tuvo mucho que ver la sequía goleadora de Cristiano Ronaldo al comienzo de la temporada y también la falta de aclimatación de jugadores como Özil y Khedira, que tardaron un tiempo en cogerle el ‘aire’ al equipo.

Pero, solventadas estas primeras dificultades, el equipo empezó a ir como un cohete, tanto en la Liga como en la Champions. Con un juego poco preciosista pero muy efectivo del centro del campo para adelante, el Real Madrid fue cogiendo una dinámica tal que no había quien le parara. Líderes en las dos competiciones, sólo algunos capítulos extradeportivos protagonizados por Mourinho (su deseo de compaginar el cargo de entrenador del Real Madrid con el de seleccionador de Portugal, y después su particular guerra con Manolo Preciado, entrenador del Sporting), rompieron la armonía de una plantilla que, con el paso de los partidos, fue creyendo cada vez más en sus posibilidades.

La 'manita', un duro golpe difícil de asumir

Tras golear a rivales como el Athletic (5-1), Ajax (0-4) y dejar unas sensaciones muy positivas en los dos partidos frente al Milan en la Champions (2-0 en el Bernabéu y 2-2 en San Siro), el Madrid se plantó en el Camp Nou con la firme convicción de que, tras muchos años jugando ante el Barcelona sintiéndose inferior, sería capaz de angustiar la noche a los barcelonistas. Sin embargo, Mourinho y el madridismo se llevaron la primera gran decepción de la temporada, y ese 5-0 cosechado en Barcelona hizo mucho daño en el seno del club y del vestuario, mucho más de lo que los propios protagonistas llegarán a reconocer alguna vez.

 

 

Esas dudas con las que Mourinho salió de ese partido le llevaron a desconfiar incluso de la gente que le rodeaba. Con Valdano tuvo un enfrentamiento dialéctico que incluso a día de hoy no ha acabado de cicatrizar, y su falta de confianza en algunos de los jugadores de la plantilla (Benzema, Pedro León y Canales) le llevaron a pedir otro delantero en el mercado de invierno para disponer no solo de más alternativas en ataque, sino para suplir la baja de Higuaín, que tuvo que ser operado de una hernia discal. Entre tanto, el Madrid hizo de la Copa del Rey su competición predilecta, dejando por el camino a clubes como el Atlético de Madrid o el Sevilla, aunque el hecho de que el equipo se centrara en ese título hizo que por el camino se dejara puntos ante equipos asequibles como el Almería (1-1), Osasuna (1-0) o el Deportivo de la Coruña (0-0).

Hasta que Adebayor no llegó al equipo Mourinho no respiró tranquilo. La llegada del togolés tuvo como contrapartida la resurrección goleadora de Karim Benzema, quien empezó a mostrar su mejor fútbol justo cuando estaba siendo más discutido. Fue ésta la mejor de las noticias para un Madrid que, a mediados de febrero, se disponía a intentar poner fin a la maldición de los octavos en la Champions y frente a un viejo conocido, el Olympique de Lyon. Al contrario de lo que ocurrió la temporada pasada, el equipo dejó bien claro desde el principio quién era el gran favorito para pasar la eliminatoria, y el global de 4-1 de los de Mourinho así lo demostró.

La Copa y la Champions como grandes objetivos

Con la Liga muy encarrilada a favor del Barcelona, desde el club se lanzó el mensaje claro de que la prioridad para esta temporada eran la Copa del Rey y la Champions. Eso lo sufrió en sus carnes el Tottenham, que salió escaldado del Bernabéu (4-0), y al que luego se le puso la ‘puntilla’ en el White Hart Lane (0-1). Pero el focalizar las energías en las ‘Copas’ hizo que el equipo renunciara por completo a la Liga, y más tras la sorprendente derrota cosechada en casa ante el Sporting de Gijón, lo que supuso la ‘venganza’ de Preciado ante Mourinho, que vio como su imbatibilidad de diez años sin perder como local en Liga se iba también al garete.

Y llegados a este punto, el destino quiso que Real Madrid y Barcelona tuvieran que enfrentarse hasta cuatro veces en solo tres semanas en las tres competiciones en las que los dos equipos optaban al título. El primer envite, y seguramente el menos trascendente de todos ellos, fue el de Liga, en el que los dos equipos se conformaron con el empate a uno con el que se llegó al final del encuentro. El Madrid estaba contento porque, con la idea de poner a Pepe en el centro del campo, había encontrado una fórmula para frenar el juego de toque del Barcelona. Y los de Guardiola se conformaron con el marcador porque les suponía el alzarse de manera virtual con el título de Liga.

La final de la Copa del Rey en Mestalla fue el siguiente punto de encuentro entre estos dos equipos. En uno de los partidos más brillantes de los de Mourinho esta temporada, el madridismo pudo celebrar el que ha sido su único título esta temporada. Un gol de Cristiano Ronaldo en la prórroga llevó al equipo a Cibeles casi tres años después. Y aunque la Copa es, a priori, un trofeo menor en comparación a la Liga y a la Champions, el hecho de conseguirlo ante este Barcelona sirvió para que el madridismo y el club en toda su extensión se dieran cuenta de que con Mourinho, aunque le fallaran en algunos momentos las formas, se estaba yendo en el camino correcto, y que sí alguien era capaz de devolver al Madrid a la senda de los títulos ese es el técnico portugués.

El Barça y la UEFA quitan al Madrid el sueño de la Champions

Y con la moral por las nubes se llegó a la eliminatoria de la Champions, y entre el conservador planteamiento de Mourinho en el partido de ida y los calamitosos arbitrajes de Stark y De Bleeckere en el Bernabéu y en el Camp Nou – con roja injusta a Pepe y gol anulado a Higuaín de por medio – el Real Madrid dijo adiós a su sueño de estar en la final de Wembley con la sensación de que le habían robado la cartera. Una idea que ha llevado a Mourinho a ser sancionado con cinco partidos por la UEFA, y también a abrir una guerra institucional con el Barcelona de la que no se sabe aún quién va a salir mejor parado de ella.

Los últimos partidos de Liga sirvieron para acabar con la fama de entrenador defensivo con la que se acusó a Mourinho tras estos partidos contra el Barcelona. Tras las goleadas frente a Valencia (3-6), Sevilla (2-6) o Almería (8-1), el equipo acabó la Liga con el honor de ser el más goleador del campeonato con 102 dianas, y Cristiano Ronaldo pulverizó todos los registros habidos y por haber en España tras marcar en una sola temporada 40 goles. Son los trofeos menores de un Madrid al que Casillas le puso un 8 por esta temporada. En DC vamos a ser algo más ‘agarraos’ y le pondremos un siete al equipo. ¿Y usted, qué nota le pondría a este Real Madrid?