Si Mourinho está empeñado en volver a ver en sus filas al que fuera Balón de Oro durante su etapa en Milán, Kaká también tenía un reto personal, en la misma línea que Mourinho, demostrarse a sí mismo y al madridismo que está de vuelta. Y es que con una zancada ágil y rápida se quitó de encima a los defensores americanos con una facilidad pasmosa. Cierto es que era el Galaxy y un choque de pretemporada pero los síntomas de que estamos ante un nuevo Kaká son más que evidentes y, sobre todo, ilusionantes.
Por si esto fuera poco, Kaká tiene muy claro que no quiere pasar a la historia como uno de los fichajes menos rentables en la relación rendimiento-precio del Real Madrid. El brasileño se siente en deuda con Florentino, que apostó por él, y con la afición del Bernabéu, a la que no ha podido ofrecer todo su repertorio, fundamentalmente a causa de las lesiones. Esta vez parece que ni el pubis ni la rodilla se han interpuesto en su camino, la mejor de las noticias para el jugador. Asistencias, regates, controles y velocidad fueron algunas de las armas que desplegó Kaká en el primer partido. Mourinho acabó contento con él y se lo dijo en persona. Eso sí, sigue esperando reencontrarse con el mejor Kaká. Sólo los partidos pondrán al brasileño en el lugar que merece. Ahí Mourinho es inflexible.
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