En el minuto 11, Messi controlaba con la mano un balón sin ver la amarilla. Preludio de lo que se avecinaba, pues en el 2-1 el argentino se ayudó del brazo para asistir a Piqué, antes de que el catalán le diera el gol en bandeja con un taconazo entre la defensa. Una acción que supuso un duro golpe para el Madrid antes del descanso.
Del mismo modo, perdonó a los culés cartulinas que hubieran debilitado mucho más el juego defensivo de los locales, tal y como sí ocurrió con la amarilla a Sami Khedira, que hubo de ser sustituido en el descanso ante la amenaza de una posible se gunda amonestación.
Fernández Borbalán consintió una y otra vez las pérdidas de tiempo azulgrana, que en innumerables ocasiones desviaron el balón y fingieron golpes inexistentes para arañar segundos. Su actuación se completó con las dos rojas para Özil y Marcelo en los últimos instantes del juego, cuando ya estaba prácticamente todo el pescado vendido.
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