"Mou golpea donde más duele"

Eduardo Torrico afirma que hay un "miedo cerval" hacia el entrenador del Madrid en Barcelona





Resulta encomiable, a la vez que enternecedora, la gran preocupación que le ha entrado a todo el barcelonismo (directivos, técnicos, jugadores y, sobre todo, periodistas) por que el Real Madrid recupere a la mayor urgencia posible el señorío perdido por culpa de Mourinho. Tras la reciente Supercopa de España, todo son consejos a Florentino Pérez para que prescinda del entrenador portugués y para que, de esta manera, el club blanco vuelva a ser el espejo en el que se puedan mirar todos. Nunca jamás, en los últimos cien años, el Barcelona se había desvivido de esta manera por su archirrival, ante lo cual sólo cabe una palabra: gracias.

Sin embargo, más allá de este inesperado desvelo, lo que parece subyacer en esta historia es un miedo cerval a Mourinho. ¿Por qué? Pues porque el luso le está dando al Barcelona donde más le duele. Y no, no me refiero a lo de meter el dedo en el ojo a un simple ayudante de técnico, cuyo único mérito dentro del fútbol se reduce a cobrar cuatro millones de euros por caerle gracioso a su jefe. Eso sí, cuatro millones de euros netos, que no están los tiempos para regalar un céntimo.

Mourinho desquicia al barcelonismo porque en cuestión de meses ha acabado con una hegemonía que pregonaban indiscutible y que vaticinaban casi eterna. Cualquiera que viera los dos partidos de la Supercopa sabe perfectamente de lo que estoy hablando, así que evitaré mayores explicaciones.

Y, después, Mourinho desquicia al barcelonismo porque ha dejado al descubierto el desmedido proteccionismo que el poder futbolístico le presta al equipo azulgrana (especialmente, el estamento arbitral) y las triquiñuelas de las que estos jugadores, de incuestionable calidad, se valen para conseguir sus objetivos. A cualquier amante del fútbol, del fútbol de verdad, se le tiene que caer la cara de vergüenza al comprobar que en los partidos complicados, como los dos de la Supercopa, los barcelonistas se pasan más tiempo en posición horizontal que en posición vertical. Y no, no es porque el rival sea violento, por mucho que pretendan convencernos de ello, sino porque el edificio que han construido se basa en los cimientos de la simulación y de la falta de deportividad.


Nadie puede justificar a Mourinho por lo del dedo, ni siquiera mediando provocaciones, pero está claro que la enésima campaña de acoso y derribo que el barcelonismo ha montado contra Mourinho sólo persigue enmascarar la realidad. Mourinho molesta no porque sea zafio y grosero, que lo es, sino porque constituye un peligro para el Barcelona.