Los chicos de Joaqhim Löw no quisieron que nadie sacase conclusiones erróneas después del empate ante Ucrania. El seleccionador teutón dejó los experimentos a un lado ante Holanda y el resultado fue inmejorable: apabullante victoria ante una de las selecciones punteras del viejo continente. Con todo su arsenal ofensivo en el verde (únicamente Götze empezó en el banquillo), la selección germana fue una auténtica apisonadora.
Sami Khedira y Messut Özil fueron de la partida. El mediapunta tuvo un papel destacado y también aprovechó para lanzar un mensaje a los que se han empeñado en defenestrarle antes de tiempo. Dio la asistencia del segundo tanto a Klose en las postrimerías del primer acto, con un preciso centro. Previamente Müller había abierto el marcador tras asistencia del delantero del Lazio.
Ya en la reanudación, Özil puso el colofón al remachar una preciosa pared con Klose. La jugada nació de las botas de Müller. Un gol que servía para poner el broche al encuentro y resumir a la perfección el estilo de juego germano: elegancia, verticalidad y contundencia de uno de los tridentes más peligrosos de la próxima Euro.
Por su parte, Francia sigue prolongando su racha de encuentros sin conocer la derrota (17), pero fue incapaz de doblegar a Bélgica. Los de Laurent Blanc siguen presentando un discurso plano sobre el césped y aunque dominaron el encuentro, no estuvieron acertados de cara a portería. Benzema fue titular pero se contagió de la desidia de sus compañeros y no fue el voraz delantero de otras ocasiones. ‘Les bleus’ tendrán que mejorar mucho si quieren resarcirse de su paupérrima participación en el pasado Mundial.
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