El conjunto que dirige Mourinho ha mostrado tres caras muy distintas en lo que llevamos de temporada pero todas con un denominador común: el éxito final. Los blancos han conseguido ganar de todas las formas posibles, goleando, sufriendo e incluso en partidos ‘guerreros’. Nada puede con este Real Madrid salvo él mismo, como se demostró en los dos únicos pinchazos de los merengues hasta el momento.
El Madrid mostró su cara más espectacular en partidos como el de Osasuna, el de Zaragoza o el de Málaga. Goleadas abultadas con un juego brillante, vistoso y envidiable. Manteniendo la posesión cuando el partido lo requería y saliendo de manera fulgurante cuando era necesario. Un guión que no se puede repetir todos los partidos, ya que existen otros factores que también juegan.
Por eso mismo, el Madrid no ha goleado en todos los encuentros ni ha jugado con la misma brillantez. Sin embargo, ha demostrado que cuando hay que sacar la casta o el oficio también rinde como el que más. Fue el caso del partido de Zagreb ante el Dinamo, una batalla campal en la que los tobillos madridistas resistieron de milagro (si no que le pregunten a Ronaldo).
Y también el caso de partidos como el de Anoeta o el del pasado sábado en Mestalla. Partidos duros, con rivales que lo dan todo y demuestran sus cualidades. Pero en los que, aún así, los puntos terminaron donde debían. Ese es el camino. La plantilla lo sabe, el madridismo lo sabe. Si el Madrid sigue dominando todos los registros, el aspirante tendrá muchas más opciones de llegar a campeón.
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