La caverna llama coaccionador a Mou

La prensa barcelonista vende teorías de la conspiración basadas en la supuesta influencia de Mourinho





El periodista Emilio Pérez de Rozas es uno de los mejores ejemplos de que corren malos tiempos para el barcelonismo. Como en la mayoría de los casos, Mourinho es su obsesión y ve la cara y la mano del portugués detrás de todo mal que le pase a su equipo. Su última pataleta es decir que el entrenador del Real Madrid está consiguiendo sus supuestos objetivos de favorecer arbitralmente al Real Madrid y perjudicar al Barcelona. Su artículo "Mou recoge los frutos de tanta desestabilización" es un compendio de quejas y lamentos sobre lo ocurrido en las últimas horas en la Liga.

 

Cuentan que Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, salió del Ono estadio de Palma de Mallorca comentando con varios miembros de su junta que, también en esto, como no, José Mourinho tenía razón y sabía lo que hacía. Florentino estaba, no solo orgulloso de la remontada de su equipo frente a un bienintencionado y combativo Mallorca, sino que pudo comprobar, en vivo y en directo, que la tésis de Mou también está surtiendo efecto en su segunda temporada en España, en el Real Madrid.

Si por algo se alegró Florentino es por el triunfo conseguido y por la reacción del equipo. Pensar que el presidente pueda estar feliz por que una supuesta conspiración orquestada por Mou está dando sus frutos es de necio. Más que nada porque en los últimos meses ha quedado bastante claro que la influencia del portugués en los estamentos arbitrales es nula (no hay más que ver el trato que le dan los colegiados y los comités de competición) y porque este fin de semana no ha habido ningún motivo para pensar que el Real Madrid recibió alguna ayuda en Mallorca.

 


Dicen que cuando el presidente blanco intentó suavizar las desagradables y constantes críticas que Mourinho vertía, en su primer año al frente del banquillo blanco, sobre los árbitros, el Comité de Competición e, incluso, los organismos que organizan la Liga española, el técnico portugués le explicó que estaba “sembrando para recoger”. Mou le contó a Florentino que la idea de dar palos a todo el mundo, sentirse perseguido y maltratado en su primera campaña, allí donde estuviese, Portugal, Inglaterra o Italia, siempre surtió efecto a la temporada siguiente, pues, especialmente, los árbitros pasaban a ayudarle temerosos, tal vez, de que siguiese maltratándoles de palabra y obra.

"Dicen". ¿Quién lo dice? ¿La vecina del cuarto, el frutero, un viandante que paseaba el perro cerca de la casa del periodista? ¿En qué se basa Emilio Pérez de Rozas para decir esto? ¿Qué pruebas hay de que los colegiados hayan ayudado a Mourinho en sus segundos años al frente de un equipo? Como si esto se tratara de puras matemáticas y el fútbol fuese una ciencia empírica, el periodista esboza una teoría conspiranoica sobre la actitud de Mourinho. Parece que en el sector barcelonista tienen tanto miedo del portugués que ya le otorgan categoría de ser todopoderoso capaz de alterar las decisiones arbitrales con solo quejarse. Y no solo una vez. Sino en Portugal, Inglaterra, Italia y España. Casi nada. Así que no hay quién se lo crea.

 

La manera y forma que el Madrid salió a flote en Palma de Mallorca con un árbitro que nada quiso saber de dos penaltis, uno de Lass a Victor Casadesús y unas manos de Sergio Ramos a remate de Ogunjimi, en la recta final del partido, y que se atrevió a anular, con todo el descaro del mundo, un gol perfectamente válido de Víctor Casadesús, que hubiese supuesto el 2-0 (señaló fuera de juego cuando ¡Casadesús arrancó desde su propio campo!), demuestra que, en efecto, la estrategia de Mou ha empezado a dar sus frutos. Entre otras cosas, ni siquiera el ideólogo, el descubridor, aquel que patentó el villarato, habla de ello. Líderes y que les quiten lo bailao, lo no pitado.

 

Para acabar, no hay nada como manipular un poco. Los culés deben ser las únicas personas en el mundo que han visto manos en la acción de Ramos. Mientras en el resto del planeta se aprecia que claramente el balón le pega en el pecho, en el culerismo se apresuran a decir que ha sido mano. Igualito que en la jugada de Higuaín hace unas semanas en Mestalla. Luego, sobre el supuesto gol anullado a Casadesús, se olvida Emilio de que la acción vino justo después de un claro penalti cometido sobre Callejón que el colegiado no señaló. Pero de eso, mejor no acordarse. Queda mejor el artículo omitiendo este hecho clave, no vaya a ser que la teoría conspiratoria sobre Mou quede desmontada. Aunque para eso, ya estamos nosotros.