Cristiano Ronaldo sigue humillando a Messi

La comparación entre los dos jugadores no se aguanta en pie desde hace tiempo





El pasado 9 de enero Lionel Messi logró su tercer Balón de Oro consecutivo. Curiosamente, el argentino desde entonces ha estado desaparecido. Ni rastro del crack azulgrana, quien en las últimas semanas se ha dedicado a vagar como alma en pena por los campos de España. Únicamente ha marcado solo siete goles en los últimos dos meses, repartidos en cuatro partidos (Betis, Osasuna, Real Sociedad y Santos brasileño) y en encuentros importantes ni se le ha visto, como en el que enfrentó al Barça al Villarreal o el que midió al equipo con el Osasuna el pasado fin de semana.

Algo le pasa, por tanto, al menudo delantero. Su cara después de regresar de Valencia una vez jugado el partido de Copa lo dice todo. Quizás ha sido el empacho de galardones gratuitos, que le han llevado a creerse una leyenda sin ni siquiera haber demostrado la mitad que grandes como Maradona, Di Stéfano, Zidane o Pelé. Pero lo cierto es que, mientras él muestra signos de depresión, en Madrid Cristiano Ronaldo sale cada día más reforzado. Porque no solo es el 'Pichichi' de la Liga con cuatro goles de ventaja sobre el propio '10' culé, sino que está callando a sus criticos a base de esfuerzo, entrega y dedicación.

Por lo tanto, algo ha cambiado en ellos. Mientras Messi es cada día más egoísta y se deja llevar por sus preocupaciones personales, el luso se vuelve más generoso y cumple con lo que le pide el Bernabéu. El resultado está siendo claro: 10 puntos de ventaja en Liga, Cristiano Ronaldo como claro candidato a revalidar el 'Pichichi' y la Bota de Oro y con la Champions como su próximo objetivo. Su golazo ante el Levante es la mejor plasmación de su felicidad, mientras que la foto de Messi cabizbajo en Pamplona ilustra el extremo contrario. A la hora de verdad los trofeos y los galardones subjetivos solo valen para adornar las estanterías, porque lo que habla por cada uno es su rendimiento en el campo. Y a día de hoy, el mundo del fútbol empieza a darse cuenta de que no hay color entre los dos.