Higuaín alza la voz

El Madrid no tuvo piedad de un Espanyol muy blandito que no dio la talla en el Bernabéu y acabó siendo goleado (5-0)





El Real Madrid se ha convertido en el típico cocinero que sabe cuándo debe cocinar a fuego lento y cuando ir a toda mecha. Los partidos en el Bernabéu se convierten en meros trámites en los que el principal atractivo es saber cuántos goles conseguirán los de Mourinho y cuándo entrará el primero en la red contraria. Así ha venido pasando en los últimos tiempos y el Espanyol, a pesar de ser visitante en semana rara por el parón de las selecciones, no lo iba a ser menos.

Los blancos arrancaron al trote. No había necesidad de galopar desde el inicio. Y eso que el Espanyol no salió a poner el autobús delante de la portería de Casilla, no confundir con Casillas el del Madrid, sino a intentar sobrevivir a base de contragolpes, como un naufrago puede hacerlo gracias a los cocos en una isla desierta. A pesar de que no había avalancha, la sensación en el Bernabéu era de que el Madrid marcaría antes o después, pero siempre antes del intermedio. No es una fórmula matemática, aunque empieza a estar muy cerca de ella.

Si bien el Espanyol no inquietaba a Casillas, lo cierto es que Pochettino estaba casi más pendiente de no cometer un error que delatara a su defensa que de él marcar el suyo. Por desgracia para el argentino, la metedura de pata de los suyos al intentar sacar un balón ante un presión del Real Madrid le delató y le masacró. Fue tan fatal el error, que Higuaín le dejó a Cristiano cara a cara con el portero visitante. Algo escorado y con la zurda, cierto, pero tampoco es una suerte en la que el portugués se maneje mal. Tiró por bajo y abrió la lata. La del Espanyol y la suya. Su récord de goles en Liga del pasado curso peligra.

Después del zarpazo, el Espanyol entró en esa fase de bloqueo mental a la que el Madrid somete con asiduidad a sus rivales. El típico en el que sabes que puedes intentarlo porque los blancos te dejan, pero que a la mínima que falles un pase tienes el gol en tu portería. Es como caminar sobre una cuerda bajo un río de cocodrilos. A la mínima, y no lo cuentas. Eso sí, el segundo gol del Madrid no llegó por un error de los visitantes sino por un acierto de Özil en una pared magistral que presentó a Khedira ante Casilla. Una vez hechas las presentaciones, el germano ajustó el balón al palo para hacer el segundo. Fue un hola y adiós con veneno. El de la sentencia al choque.


Ficha Técnica

Real Madrid 5: Casillas; Arbeloa, Ramos, Carvalho (Varane 46’), Marcelo; Khedira, Xabi Alonso, Kaká, Özil (Callejón 69’), Cristiano Ronaldo e Higuaín.

Espanyol 0: Kiko Casilla; Javi López, Raúl Rodríguez (Amat 60’), Héctor Moreno, Dídac Vilà; Forlín, Romaric; Weiss, Verdú, Coutinho (Baena 46’) y Álvaro Vázquez (S.García 46’).

Goles: 1-0 Cristiano Ronaldo (23’), 2-0 Khedira (36’), 3-0 Higuaín (46’), 4-0 Kaká (67’), 5-0 Higuaín (77’)

Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Carvalho, Verdú, Forlín

Estadio: Santiago Bernabéu (73.000 espectadores)

Si el Espanyol había preparado algo en el descanso para intentar hacerle cosquillas al Real Madrid la táctica se le vino abajo muy pronto. Tanto como un único minuto de la segunda parte. Eso fue lo que tardó Higuaín en liberarse de la tensión que le agarrotaba. Un buen golpeo con la izquierda y adiós a los fantasmas de Agüero, intercambios con otros delanteros y demás. Su alegría retumbó hasta en Argentina. Y con ella también el grito de ‘pipa’ Higuaín en el estadio blanco.

Evidentemente, el partido estaba más que sentenciado. Sólo el Real Madrid sabía el tamaño de la grieta que quería abrir. El Espanyol era un pelele en las manos de los blancos, que cosían a dentelladas a su rival cuando tenían la ocasión. Un batallador Kaká, en un gran remate escorado hacía el cuarto con otro grito de liberación y beso al cielo. Eso sí, tampoco sería el último de la noche. Habría más. El quinto lo firmaron los dos artistas de las dos últimas obras, es decir, Kaká e Higuaín. El brasileño se inventó la asistencia y el argentino la apuntilló. Manita al canto.

El Real Madrid iba tan sobrado de sensaciones, que Mourinho decidió sacar al canterano Morata para que participara de la fiesta. Fueron apenas 10 minutos, pero que seguro al chaval le sirvieron para darse cuenta de que en el Madrid le quieren y que con trabajo, a pesar de jugar este año fuera de posición, tendrá recompensa. Como recompensa fue para la afición del Real Madrid lograr la enésima goleada de la temporada y demostrarle al Barcelona que los 10 puntos son imposibles de remontar. Cibeles, vete preparando.