Una llamada a la calma

Es momento para sentarse, reflexionar y afrontar con tranquilidad el final de temporada





 

Tranquilidad. Es una palabra que en este momento debe estar en el vocabulario y en la cabeza de todos los jugadores y miembros del cuerpo técnico del club. Estamos hablando de algunos de los futbolistas más importantes del planeta, con experiencia en decenas de partidos internacionales y en centenares de partidos del primerísimo nivel. Por eso, no hay razón para ponerse nerviosos, ni los jugadores ni la afición. El Real Madrid lleva siete meses demostrando que es el mejor equipo de esta Liga con diferencia, así que no puede ni debe tirar por la borda el magnífico trabajo realizado en las primeras tres cuartas partes de la competición.

No puede ser que, por dos goles a última hora y muy similares el equipo empiece a desconfiar de sí mismo y de sus posibilidades. Fueron dos faltas evitables e incluso hasta mal señalizadas, pero el daño ya está hecho. No hay vuelta atrás, se ha tropezado en dos piedras que en apariencia eran sencillas. Por eso, ya no debe haber lugar a lamentaciones, a preocupaciones. Solo hay que dedicarle tiempo a reflexionar los motivos que han llevado al equipo a fallar así, a cometer estos errores, a jugar de manera tan irregular en los dos encuentros.

Puede ser que en todo ello haya un pequeño bajón físico, quizás hasta planificado para recuperar la curva ascendente en abril, cuando todo se decide de verdad. Pero también hay un evidente componente mental, con una tensión psicológica que parece traducirse en piernas agarrotadas y menor frescura a la hora de desplegar el juego. El Real Madrid no puede tolerar que el derrotismo y victimismo pregonados por Guardiola y el barcelonismo estén ganándole terreno al club, precisamente el que se caracteriza por tener una fortaleza mental muy superior a la del resto. Esta institución es la más grande de la historia del fútbol porque se ha forjado a base de triunfos y el miedo a ganar es algo que quedó desterrado de aquí hace más de medio siglo.


Así que es el momento de que el madridismo se una y, con calma, se mire a los ojos. De que los jugadores cojan el balón y hagan con él lo que mejor saben, jugar al fútbol. Sin presión, sin nervios, sin condicionantes. Sin que los factores externos les afecten. Dejando los arbitrajes en segundo plano, a pesar de todo lo sucedido y de la justa indignación. Porque lo ocurrido en el Madrigal debe tener una respuesta de valentía y de coraje en la plantilla, respondiendo el equipo en el campo. Nada ni nadie podrá con este Real Madrid, con el mejor equipo de esta Liga. En momentos como éste se demuestra de qué pasta están hechos los futbolistas. Y en el caso de los madridistas no nos queda ninguna duda de que es la de los campeones. Así que es la hora de coger esta Liga por las dos asas.