El Real Madrid salió vivo del Camp Nou gracias a su orgullo y puntería

Los blancos no hicieron un gran partido pero supieron aguantar un buen marcador para el partido de vuelta en el Bernabéu, a pesar de perder por 3-2. Cristiano volvió a marcarle al Barcelona.





Si Mourinho había sorprendido con su alineación en el partido frente al Valencia, colocando a Lass en el once inicial, para el partido ante el Bacelona el portugués tenía otra carta en la manga. La entrada de Callejón en lugar de Di María, que acabó tieso el primer partido oficial del curso. Un cambio que tampoco varió mucho la forma de plantear el partido por parte de un Madrid al que físicamente todavía le faltan varios escalones para parecerse al que logró los récords y los goles.

No había que ser adivino para suponer el tipo de partido que se iba a ver. El Barcelona amasando el balón, casi siempre en zonas de poco peligro, y un Real Madrid que buscaba la contra como una serpiente con veneno frente a su presa. Los planteamientos eran evidentes y las sorpresas en el sentido táctico, poco probables. El problema del Madrid, precisamente, era que su físico todavía no está engrasado. Y sin esa puesta a punto total, llevar una presión arriba para dificultar la circulación de balón del Barcelona se antojaba complicada. Por eso, cuando los blancos lograban recuperar la bola, tanto a Cristiano como a Özil o Benzema les tocaba galopar cerca de 60 metros. Todo un mundo hasta poder ver la camiseta de Valdés.

Por eso, porque el físico todavía no era el mejor, al Real Madrid se le vio defender más atrás de lo que lo había hecho en sus últimas comparecencias en Barcelona. Mourinho prefirió ver un equipo compacto, tapando huecos, que uno condenado a morir en 25 minutos por asfixia en la búsqueda de la pelota. Bien es cierto que los blancos no tiraron a puerta durante toda la primera parte, pero tampoco lo es que el Barcelona sólo probó a Casillas en un remate lejano de Pedro que el portero tuvo que catapultar a córner.  A los puntos, el Madrid mantenía el tipo como podía, aunque en lo verdaderamente importante, el marcador, mantenía el equilibrio máximo.


El paso por los vestuarios fue como pasar de ver una película de terror a una de drama amoroso. Ni punto de comparación una con otra. Es más, incluso el segundo acto tuvo varios pequeños partidos dentro. Un desmadre. El que empezó dando fue el Real Madrid. Un saque de esquina tocado por Özil al primer palo fue cabeceado a la red por Cristiano Ronaldo. Cuarto partido consecutivo de CR7 ‘mojando’ en territorio enemigo. El que nunca le marcaba a los culés, parece que se ha convertido en su taladrador predilecto. No falla en su cita con el gol cuando tiene delante a los catalanes.

Ficha Técnica

Barcelona 3: Valdés, Alves, Pique, Mascherano, Adriano, Xavi (Cesc 82’), Iniesta, Busquets, Alexis (Tello 71’), Messi y Pedro (Alba 86’)

Real Madrid 2: Casillas, Arbeloa, Ramos, Albiol, Coentrao, Alonso, Khedira, Callejón (Di María 65’), Özil (Marcelo 81’), Cristiano Ronaldo y Benzema (Higuaín 60’)

Goles: 0-1 Cristiano Ronaldo (55’), 1-1 Pedro (56’), 2-1 Messi (p.69’), 3-1 Xavi (77’), 3-2 Di María (84’)

Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Xabi, Arbeloa, Mascherano, Albiol

Estadio: Camp Nou (92.000 espectadores)

El gol del Madrid, sin embargo, duró poco como renta. Fue como depositar el dinero en un banco insolvente. Rindió tan poco porque al minuto siguiente fue Pedro el que empataba el partido, en posición muy justa, tras aprovechar el despiste en la marca de Coentrao, que volvió a alternar actuaciones buenas con otras para almohadillazos. Con el 1-1, el Madrid sufrió. Y no porque le acosaran, sino porque volvía a no poder salir de su campo con velocidad, tal vez la mayor penitencia con la que se le puede castigar al equipo blanco. Si a eso unimos que Sergio Ramos picó en una finta de Iniesta, que Clos Gómez decretó como penalti, y que Messi transformó en gol, los blancos veían como su renta se había esfumado y tenían que remar río arriba. Por si esto fuera poco, la brecha se hizo más amplia con el gol de Xavi. Ahí más de uno dio por muerto al Madrid, y también a la Supercopa. Se equivocaron.

Si hay algo que no se le puede echar en cara al equipo blanco es su brega. No llegándole el físico, que todavía no está, no haciendo un gran partido, que no hizo, siempre tiene ese punto batallador de no dar una pelota por perdida que le ha llevado a ganar tantas cosas a lo largo de su historia y que, por momentos, parece que sigue perdurando entre los jugadores blancos. Esta vez el encargado de tirar de corazón y raza fue Di María. Casillas acababa de salvar el 4-1 con un paradón y, a renglón seguido, la contra del Real Madrid que recuperó el Barcelona acabó en los pies de Valdés. Y éste la lio. Lo hizo porque Di María fue como un león a por la cebra en medio de la selva. La presión del argentino y la cagada del portero al intentar quitárselo de encima propiciaron que el fideo le robara la pelota y pusiera el gol de la esperanza en el casillero merengue. Después de haber estado K.O, el boxeador blanco sacó un derechazo al mentón culé que deja todo abierto para la vuelta en el Bernabéu. Con una semana por delante de preparación, el Bernabéu puede tener una nueva fiesta el próximo miércoles en la vuelta. Si hoy no besó a la lona eso quiere decir algo.