El Madrid ganó cuando quiso

El campeonato de Liga empieza a dejar claro que a Mourinho le va a servir, en la mayoría de las ocasiones, como banco de pruebas de cara al futuro. Ante el Mallorca, una vuelta de tuerca más de cara a lo que pueda pasar en partidos más importantes. De esta forma, Pepe ejerció de centrocampista, Morata de extremo derecho y Kaká de enganche. Modric asumía galones en el medio, e Higuaín le volvía a ganar la batalla por la punta a Benzema, aunque también puede verse como la hermética rotación de miembros que está llevando a cabo Mourinho en este tramo de la temporada.

Lo que está claro es que, bailen las piezas poco o mucho, el problema con los balones aéreos defensivos del Real Madrid empieza a ser una tradición tan respetable como la Navidad o la Semana Santa. El Mallorca se aprovechó de los despistes blancos a la hora de defender los balones que llegan del cielo para meter el cuchillo hasta el fondo, es decir, hasta la red. En primero en hacerlo fue Nsue, que remató de cabeza un servicio desde la banda derecha anticipándose a un Coentrao que estuvo especialmente lento en su reacción. La estirada de Diego López sólo sirvió para dotarle de algo más de belleza al tanto obtenido. Sólo habían pasado seis minutos, pero parecía claro que el Madrid aun seguía con el batín, las zapatillas y el gorro. Una siesta demasiado prolongada.

El tanto del Mallorca presentó un partido más bonito. El Madrid agarró el balón, con Modric dejándose ver de forma especial, y los visitantes amenazaban con contragolpes. Fue en una jugada en la que los dos centrocampistas del equipo de Mourinho, Modric y Pepe, se lanzaron al ataque, en la que el Madrid logró la igualdad. Un gran pase interior del croata encontró al portugués, que entró como un rayo en el área visitante. Pepe acertó a tocar el balón con la suficiente fuerza y colocación como para que le llegara a Higuaín, que estaba solo en el área. Controló y remató a puerta vacía. Era el 1-1.

Sin embargo, el empate apenas duraría en el marcador siete minutos. Justo lo que tardó el Madrid en volver a dejarse a sí mismo en evidencia en otro balón aéreo. En esta ocasión fue un córner tocado en el primer palo y rematado en el segundo por Alfaro. Dos toques de cabeza en el área blanca, y los dos del mismo equipo. Del que atacaba. Resultado, gol en contra y enfado del público por la poca contundencia defensiva en ese tipo de balones. Y no era la primera vez en la temporada. Tampoco el tener que remontar resultado adverso.

Vaya por delante que las próximas líneas que a continuación leerán corresponden exactamente al mismo partido. Y es que la segunda parte del Real Madrid fue infinitamente mejor que la primera. De primeras, Mourinho movió el banquillo. Benzema y Özil saltaron al verde a cambio de Morata y Arbeloa. En ese momento, el Madrid jugaba con un centro del campo formado por Modric, Özil y Kaká, y un tridente ofensivo con Higuaín, Benzema y Cristiano. Decir que el planteamiento del segundo acto era atacante se quedaba corto.

El rédito a ese carácter ofensivo le iba a llegar al Madrid en forma de aluvión de goles. Hasta cuatro marcarían los blancos en 45 minutos, tres de ellos casi seguidos en apenas seis. Si en la primera parte los remates de cabeza le habían jugado una mala pasada a los blancos, esta vez fue la testa de Cristiano Ronaldo la que dio una alegría a los blancos. En el primer palo, hizo bueno el toque de Özil. Un giro de cuello y el balón a la red.

No se iba a parar el Madrid ahí. El héroe de Old Trafford, Luka Modric, volvió a exhibir pegada ante el madridismo, en esta ocasión con un misil a 30 metros de la portería que agarró la red con la misma fuerza que un niño lo hace a su juguete favorito. El croata está afianzándose poco a poco en el Madrid y aunque aun debe ser importante hasta el final del curso, empieza a dejar conatos de esperanza de que puede ser el gran fichaje, ya consolidado, de la temporada 2013-14. Los de Mourinho ya habían volteado el marcador, e Higuaín se encargó de engordar la distancia entre unos y otros al empujar una asistencia de Özil. En un abrir y cerrar de ojos, en apenas 10 minutos de segunda parte, el Madrid había pasado  del 1-2 al 4-2.

El cuarto tanto del partido sirvió para que el pistón bajara. Aun así, Cristiano e Higuaín tuvieron ocasiones de sobra para haber alterado alguna vez más el marcador. También lo intentó el Mallorca, que se encontró con alguna que otra buena parada de Diego López. Fue ya en el último segundo de encuentro cuando Karim Benzema redondeó el marcador con el quinto de la noche al empujar un pase de Gonzalo Higuaín. El Madrid ganó cuando quiso, y esta vez fue en 10 minutos de la segunda parte. La buena racha continúa.