El Real Madrid está indignado por la injusta eliminación de Llull

Protesta oficial del club ante la ACB por el error de la mesa en el tercer partido


Sergio Llull celebra una canasta ante el Valencia Basket

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El equipo blanco no tuvo pocas razones para el enfado por el arbitraje. El banquillo protestó varias acciones del partido, como una clara falta sobre Rudy Fernández en una penetración a pocos segundos del final, la falta antideportiva que sufrió Felipe Reyes en la penúltima posesión de la prórroga o el hecho de que Guillem Vives pisara la línea de lateral justo antes de anotar el triple que le dio el triunfo a los valencianos. Sin embargo, fueron todo lances del encuentro que se pueden interpretar como errores hasta cierto punto lógicos, algo que constrasta con la gravedad del fallo que cometió la mesa en el minuto 20 del duelo.

En la última jugada del segundo cuarto el jugador local Lucic anotó una canasta y fue objeto de una falta de Trey Thompkins. Sin embargo, la mesa confundió el dorsal del norteamericano - 33 - con el de Llull - 23 - y se la anotó al español, tal y como demostró la realización del partido y el propio minutado del partido que se realizó en 'ACB.com'. De esta forma el base balear siguió jugando pensando que tenía una falta menos de la que figuraba en su casillero, por lo que en el minuto 33 de partido realizó otra falta y protestó, con la consiguiente técnica que le valió la injusta eliminación.

De poco sirvieron sus quejas, pues tuvo que quedarse en el banquillo los últimos 8 minutos del partido, por lo que el Real Madrid perdió a uno de sus jugadores más decisivos para el último cuarto y la prórroga. Esto provocó que al acabar el partido el delegado merengue solicitara firmar el acta bajo protesta. Sin embargo, la misma se cerró sin la firma del responsable blanco por no presentarse, por lo que el club decidió elevar una protesta contra la 'ACB' y solicitar la inhabilitación del comisario del encuentro. Lo ocurrido lo merecía por su trascendencia para el devenir del encuentro, aunque todo apunta a que la organización de la competición hará oídos sordos y correrá un tupido velo.