Varios jugadores del Real Madrid confirman a Defensa Central que ya han hablado con Heurtel para mostrarle su apoyo.
El Clásico de baloncesto, de la Liga ACB, se jugará este domingo en el WiZink Center y será uno de los más polémicos de los últimos tiempos. La culpa la tendrá la marranada a la que asumieron tanto Nacho Rodríguez como Saras Jasikevicius a Thomas Heurtel. El vergonzoso acto culé es de lo más repugnante que se recuerda en la historia de la entidad.
El cochinillo que le tiraron a Luis Figo, además de la lluvia de objetos impune, o la botella de JB, fue un acto vergonzoso. En la sección de baloncesto, asiduos en dar el cante, el odio hacia el Real Madrid es todavía más notable. No digieren que los blancos les adelanten por la izquierda y por la derecha en todos los títulos y el complejo de inferioridad es enorme.
Al escuchar la palabra “Real Madrid”, más de uno y más de dos, se llevan las manos a la cabeza y lo hacen con un temor que firmaría un equipo segundón o de segunda categoría. Es lo que ocurrió con Heurtel. Un jugador al que no querían y que al ser relacionado con la entidad madridista les entró la rabieta de dejarlo tirado en Turquía, en plena crisis sanitaria del coronavirus, a dos días de la Navidad. Valors a tope.
En el Real Madrid, por lo menos, Heurtel sí que ha encontrado apoyo. El club que le quiere fichar y que estaría encantadísimo de tenerle en su plantilla sí que trataría bien al francés. Allí mantiene varios amigos íntimos y muchos conocidos. El sueño del galo siempre ha sido jugar en el Palacio de los Deportes, mientras que el propio equipo merengue también ha intentado en varias ocasiones ficharle. Ahora, sin Campazzo, de no ser por la pandemia ya estaría jugando el Clásico vestido de blanco…
Según apuntan desde el propio vestuario, a Defensa Central, varios jugadores ya han llamado o se han mensajeado con Heurtel para mostrarle su cariño y las ganas que tienen de acogerle en la capital de España. Un gesto que ha desatado todavía más rabia del propio Thomas Heurtel ya que en el Palau no ha encontrado más que malas miradas, malos gestos y un trato de apestado indigno de la altura del jugador del que estamos hablando.
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