No ha podido ser, pero el Real Madrid cae en la final de la Copa ACB con orgullo

Una final de Copa siempre es especial y más ante el Barça. Sin embargo, el equipo de Pablo Laso estuvo totalmente desconectado de la misma desde el inicio. Roland Smits terminó con 9 puntos, al descanso, y reventó a los de Laso. Los azulgranas salían en un modo defensivo y en el ataque veían como les entraba absolutamente todo. 11-20 fue el marcador del primer cuarto, aunque lo peor estaba por venir.

La diferencia estaba en el rebote y en el triple. En el rebote. Edy Tavares se complicaba desde el principio sumando 2 faltas personales, mientras que en el triple era Jaycee Carroll el que recogía el guante y que no podía echarles freno a todos los fallos. 31-52, con un 21, fue el marcador con el que llegábamos al descanso en Goya. Un marcador abultado, pero que reflejaba esa diferencia en los dos aspectos del juego. Mucho había que cambiar.

La situación no podía ser más siniestra. Con bajas, con cansancio, sin revulsivos y con un Barça hambriento, enfrente, que sabe oler sangre, debido a su madriditis, y que se crece en momentos así. Los de Jasikevicius, con todo ese coctel, se iban ganando tras meter 52 puntos en el primer tiempo. El 18 que logró el Levono Tenerife en semifinales se quedaba pequeño con el 21 de la final, al descanso, con 20 minutos para olvidar.

El mérito a este equipo no se le puede negar. Hubo momentos en los que desquiciaron al Barça, con ese 21, y el honor estuvo intacto. El Real Madrid llegó a recortar la final, pero en los momentos puntuales de saber si había vida o si se cedía ante la desventaja… la pelota no entraba. Tampoco estaba ayudando las decisiones de Peruga, incomprensibles, pitando faltas inexistentes. Era muy difícil, pero los de Laso lo intentaron y no hay nada que reprocharle al grupo. Con el 73-88 terminó la final y el Barça, visto lo visto en el parqué, se proclamó como justo campeón de la Copa ACB.