El Madrid confirma su mejora y, con el triunfo ante La Laguna Tenerife, concluye la semana con cuatro victorias

El equipo merengue se impone con holgura a los canarios y tiene en su mano ser por ser cabeza de serie en la Copa

Mario Hezonja, providencial en el partido de esta tarde, intentando anotar una canasta.
Mario Hezonja, providencial en el partido de esta tarde, intentando anotar una canasta.

La segunda parte vuelve a impulsar al Madrid, que derrota a unos canarios que fueron de más a menos. Gran actuación de Hezonja e Ibaka.

El Real Madrid ha terminado esta semana por la puerta grande, con cuatro victorias en cuatro partidos y dejando atrás un septenario muy exigente. Los blancos se han impuesto a La Laguna Tenerife (96-86) con unos grandes Mario Hezonja (16 puntos y 24 de valoración) e Ibaka (15 y 23), que lideraron a 6 jugadores en dobles dígitos de valoración. Por su parte, Musa disputó su encuentro 200 con la camiseta madridista.

El conjunto que dirige Chus Mateo ha vuelto a dar una alegría a su afición, en el Movistar Arena, donde la segunda parte volvió a resultar clave. El tercer cuarto decantó la balanza con un parcial de 34-16 y, a raíz de ahí, el Madrid se disparó.

Se disputaba la tercera posición de la Liga ACB y La Laguna Tenerife empezó mejor el partido, sobre todo merced al acierto en el tiro exterior. Bruno Fitipaldo, Joan Sastre y Kramer realizaron un gran trabajo al respecto, pero Mateo movió ficha y la entrada de Dzanan Musa y Mario Hezonja permitieron al Real Madrid recortar distancias. El primer tercio acabó 15-20.

 

En el segundo acto, el Madrid estuvo sublime y Feliz y Hugo González aportaron ese plus de energía y ritmo que el equipo requería. Este último se presentó como un tapón descomunal a Fran Guerra y una canasta de Sergio Llull redujo distancias, hasta el punto de que el Madrid se marchó al descanso ya con ventaja (45-42).

El tercer cuarto, los triples de Abalde, Hezonja, Andrés Feliz e Ibaka hicieron que la ventaja siguiera ampliándose (79-58). Sólo quedaba un último empujón para sellar un triunfo inteligente y ganado a través de los errores o, mejor dicho, de la corrección de los errores propios.