El cansancio acabó con la racha del Madrid

Los de Plaza llegaron vivos al final del choque pero casi sin fuerzas. Bullock y Felipe volvieron a ser los mejores.





La pelea de Israel se dejaba palpar en los rostros de los jugadores blancos. Ante tal situación, Joan Plaza decidió tomar dos decisiones. La primera de ellas dedicada a sus detractores, que aprovechan el mínimo resquicio para atizar al técnico madridista, fue sacar en el quinteto titular a Sergio Llull. El menorquín no jugó ante el Maccabi porque Plaza decidió darle descanso tras la gran cantidad de minutos que había tenido que jugar en las fechas precedentes. Ni castigo, ni malos rollos, ni nada parecido. Cuestiones técnicas, simplemente. La segunda decisión fue hacer debutar a Kennedy Winston. El americano empezó sumando acciones positivas (un tiro de 4 metros y un tapón), aunque sus primeros lanzamientos, dos tiros libres fueron escupidos por el aro.

Ficha técnica:

88.- Iurbentia Bilbao Basket (17 23 16 32): Blums (4), Seibutis (10), Paco Vázquez (11), Guardia (12), Pasalic (12) -quinteto inicial- Salgado (8), Banic (4), Recker (15) y Markota (12).

81.- Real Madrid (17 20 17 27): Llull (7), Bullock (21), Mumbrú (2), Massey (4), Reyes (20) -quinteto inicial- Raúl López (7), Van den Spiegel (4), Winston (2), Hervelle (12) y Marko Tomas (2).

Parciales: 17-17, 40-37 (descanso), 56-54 y 88-81 (final).


Árbitros: Pérez, Pizarro, Bultó y Peruga. Eliminaron por cinco faltas personales a Massey (m.34), Seibutis (m.40) y Hervelle (m.40).

Incidencias: Vigesimocuarta jornada de la liga ACB. 10.300 espectadores en el pabellón Bizkaia Arena de Barakaldo.

La idea del Real Madrid de cara a este partido era clara: aguantar el tirón de los locales y sentenciar al final. El guión fue clavado a la perfección por los integrantes del plantel madridista. Eso sí, a la hora de la verdad, el guión se destruyó. De esta forma, Bullock y Felipe Reyes ejercían de faros de luz en el ataque blanco. Los bilbaínos, por su parte, vivían del lanzamiento exterior y, sobre todo, de la sangría merengue en su propio rebote. No era normal ver al Real Madrid conceder tantas segundas oportunidades a los rivales y, durante buena parte del choque, Banic y Guardia se creyeron los reyes del mambo ante la poca intensidad defensiva de los blancos. La diferencia reboteadora (19-10) a favor de los vascos era la clave de la igualdad. Sin embargo, todo indicaba que cuando el Real Madrid se pusiera a defender mínimamente en serio y cerrara su canasta, el partido caería de su lado. El trabajo de desgaste estaba hecho pero había que rematarlo. Las 10.000 personas que presenciaban el choque en el Vizcaya Arena pedían carnaza blanca (nueve derrotas en otros tantos partidos ante los blancos bien merecían sus ganas). La ventaja al descanso de los locales era, únicamente, de tres puntos (40-37).

EL GUIÓN SE DESCOMPUSO

El equipo de Plaza no quería terminar de quemar sus naves. Había que mantener íntegro el físico para poder jugar un buen final de partido. Los bilbaínos, por su parte, se crecían por momentos. Con el siempre peleón Salva Guardia al frente, Iurbentia mantenía mínimas ventajas a su favor que, a la postre fueron imposible de levantar. Una defensa en zona de los blancos atascó el ataque de Iurbentia, hasta el punto de situarse a, tan sólo, un tanto de diferencia (56-55 min.31).

Sin embargo, Iurbentia se recompuso. Massey se borró del partido (con cuatro faltas provocó la quinta de forma descarada), y las rotaciones blancas se vieron muy limitadas. A pesar de los intentos de Bullock y Felipe, ambos inconmensurables una vez más, Iurbentia siempre mantuvo ese colchón de seguridad que le proporcionaban las rentas adquiridas (entre 6 y 8 tantos). El final del partido provocó un estallido general. Y es que a la décima, el Iurbentia pudo doblegar al Real Madrid. Los blancos, por su parte, mitad cansados, mitad pensando en el choque de Euroliga del próximo miércoles ante el Barcelona, se quedaron con las ganas de conseguir su noveno triunfo consecutivo en la competición doméstica.