El Madrid murió en la orilla

Los catalanes aprovecharon la baja de Felipe Reyes para dominar el rebote ofensivo en el tramo decisivo del partido. Llull lideró la reacción de los blancos durante el segundo cuarto. El equipo de Plaza tuvo posesión para ganar el partido.





Chaqueta del chándal puesta y pantalón largo. No era la moda primavera-verano que desfilaba por Vistalegre sino el atuendo de Felipe Reyes en el Palacio de Vistalegre. Era la peor de las noticias para los blancos. El gran capitán, con molestias, tenía que ver el derbi desde la banqueta. El primer golpe moral en toda la cara para los blancos.

Fruto de ello, el inicio del choque fue desolador. Aun sin mas que la segunda plaza de la liga en juego, la afición no comenzó enchufada o, al menos, no tan enchufada como de costumbre. Le faltaba el interruptor Reyes para cortocircuitar esa computadora comprada a golpe de talonario llamada Regal Barcelona. Una salida floja de los pupilos de Plaza, maniatados, especialmente, por su desacierto en el aspecto ofensivo y la efectividad, exagerada, del Barcelona en ataque dieron las primeras rentas importantes a los de Pascual (10-22 min.9). Sin embargo, cuando la calidad no aparece el coraje se convierte en la madre de todas las ciencias. Es la tabla de salvación de un equipo que debajo del pantalón cuenta con atributos descomunales pero que, a la hora de tirar de muñeca, sufre las dificultades propias de un presupuesto poco acorde a la grandeza del club que representa. El Barcelona, que de presupuesto no anda cojo precisamente, intimó con la línea exterior de tal forma que cada lanzamiento de tres puntos se convertía en un San Valentín particular para los jugadores de Pascual.

LLULL LIDERÓ LA REACCIÓN

Volviendo a la masculinidad del equipo sólo se podía hablar de Llull. El imberbe jugador menorquín volvió a tirar de un carro en el que Mumbrú y Raúl López no encontraban la flecha direccional que encaminaba al aro catalán. A base de velocidad y mejoría en la defensa, el equipo madridista redujo la diferencia visitante y se fue al descanso con la cuarta vida de gato de la temporada (34-40 min.20).


El paso por los vestuarios despertó de su letargo a Bullock, casi inédito hasta el momento. El americano se enchufó al partido y clavó un par de penetraciones forzadas, una de ellas, incluso, con tiro adicional incluido. Fueron los mejores momentos de los blancos que, con una merma física en relación a su rival importante, hacían de tripas corazón para mantenerse a flote en el partido.

Esa diferencia de centímetros dio, nuevamente, ventajas a los visitantes. Y es que Navarro, fallón en el día de hoy, dejaba balones en el aro que Vázquez aprovechaba para machacar con facilidad pues no tenía un marcador que midiera más de dos metros a su lado en ningún momento. Sin embargo, había partido. El Barcelona no conseguía romperlo y el Real Madrid se pegaba a los catalanes como podía. La batalla durante el último minuto fue de órdago. El Madrid lo tuvo en sus manos, pero falló. Primero Lakovic se dejó dos tiros libres en el limbo que dejaban a los de Plaza a, tan sólo, un punto y con posesión. Raúl López apuró primero, se embolicó después y, forzado, sirvió el balón a Hervelle que falló desde el triple. Llull cazó el rebote pero tampoco acertó en un lanzamiento en caída que hubiera puesto por delante a los blancos y que acabó, con dos tiros libres de Vázquez, con la resistencia de un equipo, el blanco, que vivió de su testosterona hasta que murió por culpa de la muñeca.

Ficha técnica:

76. Real Madrid: (12 22 24 18): Raúl López (6), Bullock (20), Mumbrú (4), Massey (7) y Van den Spiegel (4), quinteto inicial. Llull (11), Hervelle (10), Winston (9) y Tomas (5),

79. Barcelona: (24 16 20 19): Lakovic (17), Navarro (7), Barton (8), Ilyasova (14) y Santiago (2), quinteto inicial. Vázquez (13), Andersen (12), Sada (3), Grimau (2), Basile (1) y Trías (0),

Árbitros:
De la Maza, Bultó y Martínez Díez. Eliminado Massey.

Incidencias: Trigésimo primera jornada de la Liga ACB. Palacio de Vistalegre. Cerca del lleno.