Obradovic le robó el cetro europeo al CSKA





Si el CSKA hubiera ganado -lo que hubiera sido posible pues en el último instante Ramunas Siskauskas falló desde detrás de la línea de los tres puntos- la historia del partido sería la historia de una remontada.

Con el triunfo griego, lo que hay que contar es la historia de los dos primeros cuartos, cuando acumuló una renta que al final le alcanzó para ganar el compromiso, y la de la resistencia final, cuando los rusos amenazaban con pasar por encima.

El Panathinaikos logró su estilo en el primer cuarto e hizo que el partido se caracterizara por una defensa agresiva y pegajosa, que obligaba al contrario a lanzar desde posiciones incómodas.

Ficha técnica:

73 - Panatinaikos (21 27 8 17): Spanoulis (13), Pekovic (6), Fotsis (13), Nicholas (7), Perperoglou (6) -cinco inicial-, Batiste (6), Diamantidis (10), Jasikevicius (10) y Tsartaris (2).

71 - CSKA Moscú (16 12 18 25): Lorbeck (5), Holden (14), Khryapa (9), Langdon (13), Smodis (9) -cinco inicial-, Kaun (3), Siskauskas (13), Zisis, Planinic (5), Morris.

Arbitros: Romualdas Brazaukas (Lituania), Juan Carlos Arteaga (España) y Shmuel Bachar (Israel). Excluyeron por faltas a Tsartaris, Fotsis y Khryapa.

Incidencias: Final de la Euroliga disputada en el O2 Arena de Berlín ante 13.238 espectadores.

El CSKA trató de escapar a la situación haciendo circular la pelota, llevado de la mano de Holden, pero a medida que pasaron los minutos los errores y las pérdidas de balón se fueron acumulando y el Panathinaikos supo sacar provecho de ello.

Los griegos terminaron ganando por 21-16 el primer cuarto y al final del segundo habían incluso aumentado su ventaja a 48-28 y la cosa empezaba a tener dimensiones de paliza

El CSKA parecía absolutamente maniatado por su rival griega y, pese a los esfuerzos de Holden por abrir espacios y obligar a que la defensa en zona del Panathinaikos se abriera, las armas habituales del equipo parecían haber sido desactivadas.

Así, por ejemplo, al término del segundo cuarto, Ramunas Siskauskas, que había sido una garantía de efectividad ante el Barcelona, apenas había aparecido en el partido. Sólo había marcado dos puntos y el promedio de efectividad en sus lanzamientos era lamentable.

Por otra parte, a medida que las cosas le iban saliendo bien, el Panathinaikos, apoyado por un público que se hizo oír en la O2 Arena de Berlín, fue ganando confianza en sí mismo y parecía desempeñar su papel cada vez mejor

Sin embargo, cuando los equipos volvieron a la pista, tras el descanso, se notó la mano sabia y experimentada del entrenador del CSKA, Ettore Messina.

El CSKA logró quitarle revoluciones a un partido al que el conjunto ateniense le había impuesto un ritmo frenético y empezó a descontar distancias sin prisa pero si pausa. Al final del tercer cuarto, la ventaja de los griegos ya sólo era de diez puntos (56-46). Para ello, fueron claves dos triples de Trajas Langdooin en un momento clave.

En esas circunstancias, era de esperar que hubiera dramatismo en el último cuarto y lo hubo. El CSKA siguió en plan de remontada y el Panatinaikos resistía. Faltando 40 segundos la diferencia se había reducido a cuatro puntos y los rusos tenían dos lanzamientos libres. Los fallaron.

Pero luego vino un triple de Siskauskas que puso el marcador 70-69. Una falta del CSKA y dos lanzamientos libres convertidos por Diamantidis hicieron que el partido, a falta de 10 segundos, estuviera con tres puntos de ventaja para los griegos y el balón en poder ruso.

Le hicieron falta a Siskauskas y el lituano convirtió sus dos puntos. Faltaban 8,5 segundos y la diferencia era de un punto. Jasikevicius aumentó la diferencia a dos, al anotar uno de sus dos tiros libres y fallar el otro dejando, la pelota en poder del CSKA a falta de 5,8 segundos.

Siskauskas estuvo, en el último instante, en posición de lanzar para lograr tres puntos mágicos. El bocinazo final se oyó cuando su lanzamiento rebotó contra el aro haciendo que el título europeo volviera a estar en manos del Panathinaikos.