El campeón vistió de blanco

El Madrid dominó los 40 minutos de partido y venció con justicia (67-76). Los de Messina llegaron a tener rentas que rozaron los 20 puntos. Golpe moral en Europa y claro mensaje de que este equipo va en serio.





El Madrid plantó su equipo y su escudo en el OAKA ante Obradovic, su batallón interminable de jugadores y 17.000 griegos. Una prueba seria y una entrada inmejorable. Insuperable. Los blancos llegaron sin miedo y lo demostraron. Tan importante es afirmarlo como confirmarlo y los de Messina hicieron ambas cosas.

Desde el comienzo, sin descanso

Desde el primer momento los blancos tomaron el bastón de mando del partido. Con Velickovic haciendo del movimiento de espaldas al aro el mejor de los bailes posible, el Madrid cogió la moto y marcó el ritmo. Los griegos se vieron sorprendidos por una defensa de martillo pilón sobre la que Messina hubiera firmado pluma en mano con su nombre, apellidos y generaciones. Así las cosas, los blancos tomaron una renta de 14 puntos (6-20 min.8) a base de defensa, contraataque y buen hacer arbitral, cosa complicada cuando se habla de un partido en territorio griego.

FICHA TÉCNICA.


PANATHINAIKOS 67: Spanoulis (6), Nicholas (12), Perperoglou (8), Fotsis (9), Pekovic (10) --cinco inicial--; Calathes (10), Tepic (2), Tsartsaris (-) y Batiste (10).

REAL MADRID 76: Prigioni (11), Bullock (15), Velickovic (11), Garbajosa (13), Lavrinovic (8) --cinco inicial--; Kaukenas (12), Vidal (-), Hansen (-), Reyes (4) y Van den Spiegel (2).

PARCIALES: 8-22, 19-17, 18-24 y 22-13.

ÁRBITROS: Carl Jungebrand (FIN), Fernando Rocha (POR) y Eddie Viator (FRA). Sin eliminados.

PABELLÓN: OAKA. 17.200 espectadores.

Con Lavrinovic en plan supermán en su cesta y en la contraria, los blancos rejuvenecieron las voces griegas hasta dejarlas en tonos tan agudos como las de unos niños pequeños. El lituano frenó a Pekovic a base de tapones, y a Batiste por centímetros. Un muro de granito.

Las complicaciones merengues llegaron cuando Prigioni tuvo que dejar al equipo sin un base puro por necesidades físicas y de protección de faltas. La ausencia por lesión de Llull obligó a Messina a parchear el puesto de ‘1’ con Bullock, Kaukénas y Vidal. El Madrid sufrió, pero sobrevivió a la ausencia temporal de su faro de luz de la Pampa. Al descanso, partido extrañamente controlado (27-39 min.20).

¿Era Bullock el acabado?

De la mano del siempre ‘acabado’ Bullock, que volvió a demostrar que las bocas están para ser cerradas, el Madrid se lució delante de las narices de los Batiste, Pekovic, Spanoulis y compañia, a los que no les quedaba otra cosa que mirar. Aunque al americano del Panathinaikos lo de mirar no le iba porque se sacó un golpe de macarra de barrio al estómago de Prigioni. Después de unos segundos en el suelo, el argentino se levantó. Un cabraloca no iba a acabar con su raza, por su puesto.

Con ventajas próximas a los 20 puntos, el Madrid bajó su intesidad. El problema es que los árbitros también lo hicieron, y permitieron que la estopa, y no precisamente la que salió de Cornellá, recobrara vida en el aro griego. Manotazos, pases interceptados con el pie y demás cafradas made in Grecia, salieron a la luz. Ahí los griegos se mueven como pez en el agua, y eso lo notó el marcador, que adelgazó su diferencia hasta los nueve puntos (61-70 min.38). Sin embargo, Kaukénas se hizo grande desde el triple para paliar el último coletazo del campeón. Un cetro, el europeo, que quiere volver a tener al Real Madrid como receptor. Desde luego, con partidos como el de hoy, el equipo de Messina promete dar guerra en mayo. Por lo pronto, heló el infierno con defensa y, sobre todo, calidad.