Las estadísticas son inapelables. El seguimiento que Álvaro Rodríguez ha tenido hasta sus tres apariciones seguidas no podían prever los nuevos datos que arrojan sus informes de rendimiento y que ya están en manos de Carlo Ancelotti y Raúl González Blanco. El delantero uruguayo del Real Madrid Castilla ha debutado en el primer equipo por la puerta grande.
Es uno de los jugadores más activos en el ataque y tiene la capacidad necesaria para fabricar tres goles en tan solo 25 minutos. El atacante natural de Palamós ha rendido de forma inesperadamente buena para Carlo Ancelotti, que conocía la calidad que tenía el canterano pero no pensaba que se fuera a manifestar de forma tan taxativa. Estos tres goles no son otros que las dos asistencias en El Sadar y el gol que ha marcado para empatar contra el Atlético de Madrid.
Sus pocos minutos de juego en tres partidos han llevado a que sea uno de los canteranos mejor valorados por parte del cuerpo técnico de la primera plantilla del Real Madrid. Carlo Ancelotti le considera imprescindible en el Real Madrid por las capacidades que ha demostrado a lo largo de los 25 minutos que ha disputado en la élite del fútbol español y europeo.
Así fabrica los goles Álvaro Rodríguez
Las dos asistencias son fruto de su capacidad de presionar a los rivales cuando sus defensas intentan salir con el balón jugado. Su facilidad para leer ese aspecto del juego es esencial en un delantero que, además, siempre suele hacer gala de su exhuberancia física en la presión adelantada. Las dos asistencias que dio en territorio pamplonica, aunque una de ellas estuviera anulada por un ajustadísimo fuera de juego, son una muestra de su polivalencia.
El gol es una obra forjada por las propias características de Álvaro Rodríguez. El atacante sudamericano, a pesar de ser un futbolista realmente corpulento, es capaz de alcanzar una velocidad punta suficiente como para sorprender a su marcador. Así lo hizo contra el Atlético de Madrid. El '39' usó su velocidad y su cualidad de portento físico para saltar por encima de compañeros y rivales para batir a Jan Oblak mientras el portero esloveno solo podía mirar sin moverse.
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