1960: Para llegar a Glasgow hubo que pasar por encima del Barça

El Real Madrid y el Barcelona se cruzaron por primera vez en Europa en el año 1960


Alfredo Di Stéfano celebró así el primer gol marcado ante el Barcelona




Se pudiera pensar que en un partido de esta magnitud entre los dos gigantes del fútbol español el favorito debía ser el Real Madrid por haber ganado las cuatro primeras Copas de Europa. Pero nada más lejos de la realidad, porque a la eliminatoria entre madrileños y catalanes los segundos llegaron como conjunto con más opciones para lograr la clasificación final. Por un lado habían ganado la Liga de la temporada anterior - y también levantarían la de 1960 - , y por otro en el partido del campeonato local los culés habían conseguido endosarle un 4-0 en su estadio a Di Stéfano y compañía. Por lo tanto, las fuerzas estaban muy parejas, aunque con los azulgranas como principales aspirantes a darle un susto a su rival.

Para alcanzar las semifinales el equipo dirigido por Helenio Herrera tuvo que superrar tres rondas previas. En la primera vencieron por un global de 8-4 al CDNA búlgaro; mientras que en octavos tuvieron que vencer al todopoderoso Milan italiano. A pesar de su aparente dificultad, los azulgranas ganaron los dos partidos por 0-2 y 5-1 y se metieron directamente en la antepenúltima fase, donde apearon al Wolwerhampton inglés por el escandaloso tanteador total de 9-2. En consecuencia, se trataba de un balance demoledor capaz de asustar a cualquier equipo del mundo excepto al Real Madrid, muy versado ya en estas lides europeas.

El sorteo decidió que el Madrid jugara la ida en casa, por lo que el estadio de Chamartín presentó un lleno hasta la bandera - 120.000 espectadores - el 21 de abril de 1960. Los blancos empezaron el duelo algo nerviosos, pero Di Stéfano despejó todas las dudas en el minuto 18 al rematar a gol con la cabeza un pase de Gento - en la imagen superior podemos apreciar la celebración del argentino -. Gracias a esta pequeña ventaja los locales se envalentonaron aún más y poco después Puskás hizo el segundo gol al ejecutar desde dentro del área otra perfecta cesión de la 'Galerna del Cantábrico'.

Di Stéfano
Alfredo Di Stéfano en el vestuario tras disputar un partido ante el Barcelona (1960)

Tras el 2-0 el Madrid se relajó demasiado y el equipo lo acabó pagando. En el minuto 35 Martínez se aprovechó de que el colegiado británico Mr. Leafe no apreció su posición en fuera de juego para superar a Domínguez, por lo que el duelo volvió a ajustarse. En los instantes siguientes el Real Madrid sufrió bastante al encontrarse más cansado que su rival, aunque el azar y la suerte jugaron a su favor cuando en el minuto 68 el culé Villaverde se tuvo que marchar del campo por sufrir un problema muscular. Esto dejó a los catalanes con diez sobre el terreno de juego, por lo que el Madrid subió su intensidad de juego y en el minuto 87 Di Stéfano estableció el 3-1 definitivo a la salida de un córner.


En los días posteriores la desventaja escoció en Barcelona, por lo que el club hizo campaña para intentar lograr la remontada. El técnico Helenio Herrera llegó a asegurar que ganarían el partido y luego ganarían también la final. Pero los madridistas saltaron al campo sin complejos a pesar de la gran pitada con el que fueron recibidos en el Camp Nou y plantearon un duelo abierto. Kocsis tuvo la primera gran ocasión del partido en el minuto 7, pero su disparo se marchó algo y los blancos poco a poco se fueron encontrando más cómodos a la espera de aprovechar sus oportunidades. Y a fe que lo hicieron, porque en el 25 Puskás perforó la portería rival tras plantarse sólo ante Ramallets.

El tanto hundió las aspiraciones culés de remontada, pero no rebajó el 'instinto' asesino de tetracampeón de Europa. Los de Migueñ Muñoz no bajaron el pistón en la segunda parte y redondearon otra media hora de ensueño hasta colocar el 0-3 en el marcador gracias a los tantos de Gento y - de nuevo - Puskás. Sólo Kocsis logró maquillar a última hora el marcador al anotar el tanto de la honra y establecer el definitivo 1-3. Para entonces ya nadie tenía dudas de que el Madrid iba camino de engrandecer aún más su historia ganando su quinta Copa de Europa consecutiva. Aunque lo que nadie podía imaginar era cómo lo iba a conseguir...