Santamaría, los 'cimientos' del Real Madrid

DC repasa la carrera de algunos de los mejores jugadores madridistas de la historia





En el verano de 1957, tras la conquista de las dos primeras Copas de Europa , el Real Madrid comenzaba a forjar su histórica leyenda. Pese a esto, algunos decían que el conjunto blanco poseía una tremenda línea de ataque con una ‘defensa de alpargata'. El tiempo y los títulos demostraron que no era así, pero para callar bocas Santiago Bernabéu decidió reforzar la defensa aquel año. Y para hacerlo, nada mejor que un ‘galáctico como Santamaría.

Nacido en Montevideo (Uruguay) un 31 de julio de 1929, José Emilio Santamaría comenzó su trayectoria deportiva en el Atlético Pocitos antes de entrar a formar parte del Nacional de Montevideo en 1947. En la histórica escuadra uruguaya permanece una década en la que le da tiempo a convertirse en uno de los mejores zagueros de Sudamérica. Hizo un brillante Mundial en 1954 y su también destacada Copa América en el 57 llamaron la atención del presidente madridista. Bernabéu se acordó de "aquel chico rubio, hijo de españoles" que tanto le había gustado en la pasada cita mundialista. Héctor Rial fue su valedor en el vestuario merengue.

Finalmente firmó por el Real Madrid a cambio de 125.000 pesos de la época. Las virtudes de aquel equipo eran la creatividad en ataque , la capacidad goleadora y la posibilidad de asociación entre atacantes como Di Stefano, Gento, Puskas o Rial. Santamaría no les desmerecía desde la línea de atrás.


Un 'crack' de la defensa

Sólido, fuerte, decidido, ordenado. Su experiencia internacional resultó decisiva para dar tranquilidad a un equipo que gracias a él se permitió mayores alegrías ofensivas. Era el ‘jefe' de la defensa madridista y no le asustaba ordenar a sus compañeros siempre que fuera necesario. Muy potente y poderoso también en el juego aéreo si hay algo que achacarle a Santamaría es que, pese a su potencia, se prodigaba poco en ataque. Lo suyo eran otras tareas.

En ningún momento se arrugó ante la calidad de himbres como Schiaffino, Fontaine o Vavá, quienes tenían considerado al uruguayo como uno de los defensas más complicados de superar. Un hombre extrovertido y carismático. No tardó en ganarse el aplauso y el cariño de la grada. así como el reconocimiento de sus compañeros.

Santamaría jugó dos Mundiales con dos selecciones distintas al adquirir la nacionalidad española y llegó a participar en dos Mundiales (1954 y 1962) con dos selecciones distintas. El defensa tuvo la responsabilidad de ser, junto a Francisco Gento, el jugador que liderara la transición desde el Madrid de Di Stéfano hasta el ‘ye-yé. De esta forma, pese a fichar con 28 años por el Real Madrid, permaneció 9 temporadas en la disciplina madridista y era integrante del equipo que jugó la final de la sexta Copa de Europa aunque no jugó la final de Bruselas.


Finalizó su carrera en el conjunto blanco con 337 partidos oficiales en los que anotó dos goles. En sus vitrinas figuran cuatro Copas de Europa, seis Ligas y una Intercontinental entre otros trofeos. Tras su retirada del fútbol en activo llegó a entrenar a la selección española.

Santamaría dejó una huella imborrable en el Real Madrid. La de un hombre cuya solvencia y seguridad resultó esencial para construir un equipo glorioso.