Con un marcador plácido, 3-0 a la media hora de juego, ha llegado, una vez más, la ración habitual y casi obligatoria al Barcelona. A los árbitros ya les da igual disimular y hasta cuando a los culés no les hace falta les siguen regalando penaltis y expulsiones. Debe ser la costumbre, que les lleva a cometer semejantes tropelías al resto de equipos.
Una vez más el Barcelona ha visto cómo, de manera incomprensible, le regalaban un penalti y le expulsaban, sin sentido, a un rival. Mustafi le roba el balón bien a Messi dentro del área, pero el árbitro decide señalar el punto de los once metros y echar a la calle al central del Valencia. Quizá pensaba el colegiado que el conjunto ché sería capaz de remontar y se encargó de que no ocurriese.
Lo más curioso es que en el minuto 18 de partido Mathieu le entró a Danilo con las dos planchas por delante y ni siquiera vio la amarilla. Pero todo esto no deja de ser el pan de cada día de los partidos del Barcelona, que ya ha perdido la cuenta de encuentros seguidos jugando con superioridad numérica o con penaltis a favor.
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