Márquez, que lo mejor que podría hacer por este deporte es anunciar de una vez por todas su retirada de los terrenos de juegos, quiso meterse, sin causa ni conocimiento, en el debate existente sobre la existencia o no del 'Villarato'. El mexicano aseguró que esas polémicas no van a influir en el rendimiento del Barcelona, y que los que deben preocuparse son los del Real Madrid: "estamos concentrados al cien por cien en nosotros. No nos afecta lo que se habla fuera del vestuario. El equipo seguirá trabajando de la misma manera y tratando de ganar todos los partidos. Hay rivalidades y siempre va a haber este tipo de opiniones, pero estamos haciendo las cosas bien y no nos preocupa lo que hablen o digan. Tenemos que seguir manteniendo el ritmo que llevamos y que se preocupen ellos de la desventaja que llevan".
Patéticas declaraciones de alguien que sabe que está de vuelta en esto del fútbol y que ya pocas cosas útiles le quedan por decir a las generaciones que vienen por debajo. Y es que el bueno de Márquez ya sabe lo que es sufrir la humillación de que un equipo (el Real Madrid) te remonte ni más ni menos que once puntos en tan solo una vuelta (temporada 2006/07), además de quedar al año siguiente 18 puntos por detrás de los blancos. El miedo ya está instalado en Barcelona, porque son conscientes de que éste Real Madrid, sin ayuda arbitral de ningún tipo, está siendo capaz de plantar cara a un Barcelona que tiene como respaldo el amor acaramelado de la Federación.
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