Barça: la Champions se mira y no se toca

Repaso del Inter de Mourinho que ridiculizó al Barcelona (3-1). Sneijder, Maicon y Milito machacaron a Valdés. El Barcelona, sin ideas, fue un equipo vulgar.





El equipo de Guardiola, ese macarrilla de barrio pijo que sólo protesta cuando pierde o le van mal dadas (el choque ante el Inter no fue una excepción) se creía con la inmunidad a todo y a todos. Se adelantó en el marcador en su único tiro a puerta en la primera parte (espectacular bagaje ofensivo del mejor equipo del mundo) por medio de Pedro. Sin embargo, el gol fue como el oasis en el desierto. Un espejismo. Y de los chinos, además.

Sneijder sacó su vena merengue para empatar

Los italianos empezaron a meterle ritmo al partido y el Barcelona se acojonó. Literalmente, así fue. Milito, el bueno no el otro, se vistió de Rey Mago y regaló un fallo clamoroso ante la portería de ese portero que verá, como Dios manda, el Mundial desde la hamaca de la playa. Valdés se salvó de la primera pero no de la segunda. El ex madridista Sneijder vengó en parte a sus ex compañeros fusilando poco después la igualada tras la dejada de Milito, que aparecía en todos los lados.

FICHA TÉCNICA:


Inter de Milán: Julio César; Zanetti, Samuel, Lucio, Maicon (Chivu, min. 73); Cambiasso, T. Motta; Sneijder; Pandev (Stankovic, min. 56), Etoo y D. Milito (Balotelli, min. 75).

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Puyol, Maxwell; Xavi, Busquets, Keita; Messi, Ibrahímovic (Abidal, min. 61) y Pedro.

Goles: 0-1, min. 19. Pedro. 1-1, min. 28. Sneijder. 2-1, min. 48. Maicon. 3-1, min. 61. D. Milito.

Árbitro: Olegario Benquerença (POR). Amonestó a Etoo (min. 12) y Stankovic (min. 81) por parte del Inter de Milán y a Busquets (min. 45), Puyol (min. 50), Piqué (min. 59), Keita (min. 67) y Alves (min. 82) por parte del Barcelona.

Estadio: Giuseppe Meazza.

El canguelo culé, que no se extiende ya sólo en la Liga, atufó el estadio de San Siro tras el descanso. Los de Guardiola se pusieron el dodotis y vieron como el Inter volaba en aeroplano delante de sus narices. Baile por aquí, baile por allá. El resultado, dos goles en una franja de 10 minutos para los de Mourinho y el resultado 3-1. La justicia, por fin, se apoderaba del campo. El Inter golpeaba con fiereza mientras que el Barcelona sólo protestaba y lloraba. Habrá que tener cuidado con la campaña mediática que, seguro, piensan preparar desde el Campo Nuevo para justificar en el arbitraje del portugués Olegário Benquerença la derrota de su equipo. No siempre puede salir un Ovrebo de la vida y guindarle a tu rival, jugando fuera de casa, cinco penaltis como ocurrió en la semifinal de la temporada pasada ante el Chelsea. Cuiden sus paquetes de pañuelos porque si un culé pasa cerca de ustedes tratará de robárselo.

Messi, boxeador y Alves, un actor frustrado

Lo que seguramente omitan desde la prensa mamadora culé será la agresión de Messi a Maicon. El argentino, todo un santo, le propinó un golpe con el hombro al lateral brasileño con alevosía. Mereció la expulsión. Maicon tuvo que ser retirado del campo conmocionado a causa del golpe que le propinó el santito argentino. Si llega a ser al revés…Maicon no hubiera tenido playa en Copacabana para haberse escondido. Dicho esto, el partido de Messi, más allá de su barriobajero golpe, fue de vergüenza. Chupón a más no poder, se lo debieron contar dos pases a sus compañeros en todo el partido ¡Viva el individualismo!

Si Messi se metió a boxeador, lo de Alves ya es de traca ¡Que gran actor ha perdido Hollywood! El brasileño, cuyo trasero está más pegado al suelo que el de un presentador de informativos, se tiró a la piscina buscando un penalti milagroso que le hubiera salvado la papeleta a los suyos. La pena para él es que esto no es España. El trencilla luso fue valiente y, además, amonestó al piscinero brasileño que, por otra parte, debería pensar en cambiar de disciplina deportiva y pasarse al salto con trampolín. Podría llevarse consigo al resto de sus compañeros que, salvo robo, hurto, atraco o allanamiento, se quedarán con las ganas de celebrar la Champions en el Bernabéu. Es lo que tiene la chulería que, al final, se vuelve en tu contra. Y es que, Barça, para chulo chulo, el pirulo de Mou.