¿Quién sabe dónde?

Ni rastro de Messi ni de Ibra cuando su equipo les necesitaba para la remontada ante el Inter.





Cuando a los forofillos de turno se les llena la boca de alabanzas y rendiciones hacia un jugador lo que se debe esperar de éste es que responda en el terreno de juego. Messi no sólo flojea cuando juega con Argentina. También lo hace en los partidos grandes como el doble enfrentamiento ante el cuadro de Mourinho. Ni en San Siro ni en el Campo Nuevo se le vio el pelo. Únicamente apareció para atizar a Maicon en ambos partidos. En el primero le partió un diente y en el segundo le intentó dislocar el hombro. Todo un ejemplo de deportividad.

Si Messi claudicó ante el Inter, de Ibrahimovic poco o nada se puede decir salvo que el Barcelona ha tirado a la basura 80 millones de euros en un delantero torpón, estático y con malas pulgas. El Campo Nuevo ya le ha silbado en muchas ocasiones y si no fuera un fichaje made in Pepe Guardiola, estaría chupando banquillo junto al Beckembauer del Este, el señor Chygrynskiy. En definitiva, el Barcelona debe estar nervioso. Claudicó en Champions ante un Inter muy normalito, ahora llega la Liga con el aliento del Madrid en el cogote. Y, para colmo, sus dos teóricas estrellas vienen de estrellarse en los partidos clave ¡El cagómetro se dispara!