Messi, el niño malo culé

El argentino se fue de rositas tras su balonazo al público del Santiago Bernabéu





Protegido por la fama de ser uno de los mejores jugadores del mundo, a Messi se le consienten muchas más cosas que al resto de jugadores. No en vano, a Cristiano Ronaldo se le critica en numerosas ocasiones por cosas mucho más leves que las del argentino. Porque, lejos de ser un futbolista modélico, el '10' albiceleste está demostrando comportarse como una persona caprichosa y desconsiderada con las aficiones rivales y los equipos a los que se enfrenta.

El balonazo que le dio el pasado sábado al público del Santiago Bernabéu es un claro ejemplo. El jugador, lejos de contener su rabia por el mediocre partido que estaba realizando, dio rienda suelta a su enfado rematando fuertemente la pelota hacia los aficionados merengues que había en la  grada. Los cuales, por cierto, no tenían culpa de sus errores. Sin embargo, lejos de asumir su fallo, la estrella culé se fue de allí rapidamente sin ni siquiera pedir perdón. Lo único que hizo es poner cara de niño bueno ante las acusaciones de los jugadores madridistas, indignados con lo que acababan de ver. Aunque, visto lo visto, le dio resultado, pues Muñiz Fernández se hizo el loco y dejó al menudo delantero culé sin castigo en forma de tarjeta.

Pero el 'recital' oscuro de Messi no había empezado con ese incidente. Lo hizo nada más marcar el gol de penalti, cuando el argentino se encaminó a una de las esquinas del Fondo Sur del Bernabéu para besarse el escudo y hacer gestos claramente provocativos. Expresar la alegría por marcar es un derecho que todo futbolista tiene y debe tener, pero si con ello solo se consigue incendiar al rival, no debe tener cabida. Una nueva tarjeta que se ganó el futbolista y que Muñiz tampoco quiso ver.

Dos incidentes que exponen a las claras que Lionel Messi no es exactamente el jugador que muchos pretenden hacer ver. Genial en lo futbolístico, pero con detalles antideportivos que deslucen su gran calidad. Sucesos con los del Bernabéu o el vivido hace unas temporadas en Málaga, cuando escupió a Duda, demuestran que estamos ante un jugador consentido y acostumbrado a hacer lo que le place sin recibir una sanción por ello.