Puyol y Piqué, una pareja de pena

Los dos centrales del Barcelona ejemplifican a la perfección el mal estado de su equipo





El pasado sábado pudo verse una vez más el por qué los dos catalanes ya no son un matrimonio bien avenido. La derrota en Pamplona evidenció el mal estado del FC Barcelona, pero sobre todo reflejó que los dos centrales son almas en pena vagando por los terrenos de juego de España. Lekic se benefició de los errores de ambos en sendos goles, mientras que Raúl García puso en evidencia aún más a la pareja en el 3-1.

El primer gol de Osasuna llegaría tras sendos errores de ambos. Primero fue Piqué, que se alejó de su posición y se dejó ganar la espalda por el delantero, que además demostró que Puyol ya no es el portento físico que fue y que la edad pesa para todo el mundo. El catalán no llegó a cubrir la posición de su compañero y Valdés encajó el 1-0. En el segundo, fue Puyol el primero en fallar, al no interceptar un centro de Raúl García que le pasó entre las piernas. Por su parte, Piqué no supo anticiparse a Lekic, al igual que le ocurriría en el tercer gol de los navarros.

La reiteración de errores de Piqué hace pensar que está algo descentrado, quizá desde que se conoce su relación sentimental con la cantante Shakira. El posible chantaje con un video porno y su último accidente de tráfico demuestran que no está en lo que debería estar, y Guardiola ya le ha dado algún que otro tirón de orejas, como en la previa del clásico cuando provocó descaradamente la quinta amarilla. Errores garrafales del central en el pase, a la hora de emplear la táctica del fuera de juego o de simple colocación han costado muchos puntos al Barcelona. Y que siga así.

En el caso de Puyol, se trata más de una cuestión de edad y cansancio que de falta de concentración. El físico ya no da para más al capitán culé, a pesar de que desde Barcelona traten de venderlo como un 'Superman'. La escasez de plantilla hace que Guardiola eche mano de un hombre que ya tiene 34 años partido tras partido. Y eso se hace notar en el rendimiento personal del jugador y en el colectivo. La 'pareja perfecta' que decían en Can Barça ha pasado a convertirse en 'pareja de pena'.