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Los azulgrana 'pegaron el petardazo' justo en el momento más importante de la temporada. Xavi fue el mejor ejemplo de la humildad con la que fueron a Milan para jugar la ida de los octavos de la Champions. Muchos ya colocaban al equipo en la siguiente fase prácticamente sin saltar al campo, pero el conjunto italiano demostró que la fe puede mover montañas. A base de mucho orden táctico y efectividad, el heptacampeón de Europa cazó dos jugadas aisladas para colocar un resultado venenoso para la vuelta. Y, para colmo, los de Roura fueron incapaces de marcar ni un solo gol a domicilio, lo que en Europa suele ser sinónimo de condena. Esta vez no hubo milagro de Messi. Y cuando no lo hay, pasa lo que pasa.
Sin embargo, el Barcelona no cayó en paz. Como no podía ser de otra manera, excusas como el estado del césped o la actuación del colegiado son ya habituales a estas horas. En Can Barcelona no gustó que el gol de Boateng viniera tras unas supuestas manos de Zapata. Sin embargo, el que tantas veces se ha visto beneficiado por estas circunstancias, el equipo que en 2009 eliminó al Chelsea, no debe quejarse por cosas como estás. Porque, tal y como dice el propio Xavi, "hay que hablar de fútbol".
Un fútbol que precisamente no hizo ayer el Barcelona. O quizás sí. A saber, hoy en día a cualquier cosa se le puede llamar fútbol. Como pasarse una y otra vez el balón (más de 700 pases en total) pisando el área en contadas ocasiones. Puro centrocampismo, juego horizontal. Incapaces de meterle mano a un equipo que lleva un par de años penando por el Calcio y Europa. Pero ahí lo tienen. Dándole un baño y una cura de humildad al mejor Barça de los últimos tiempos y, al quizás, más prepotente. Así que ahora no les queda otra cosa que pasar dos semanas con la angustia de verse fuera. Veremos si entonces los 'Lakers de los 80' son capaces de mirar al 'aro' rival, porque 'Magic' y los suyos no se merecen esta deshonra.
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