Ya lo aseguró Mourinho en 2006 después de que Messi fingiera una agresión de Del Horno en un Chelsea-Barça: “Sabéis que en Cataluña hay teatro y del bueno y algunos jugadores del Barça se lo han aprendido muy bien”, dijo en rueda de prensa. Busquets le dio continuidad al serial de fingimientos retorciéndose de dolor por una inexistente agresión de Thiago Motta. Al mediocentro culé, las cámaras le cazaron mirando de reojo como el colegiado expulsaba al jugador italiano.
Pero ahí no queda la cosa ¡Qué decir de las mil vueltas de campana de Alves en el Bernabéu por un supuesto plantillazo de Pepe que nunca existió! ¿Qué decir de los constantes ‘planchazos’ de Suárez en cuanto siente el más mínimo contacto? El Barça va dando lecciones de deportividad y no es más que un club de fingidores, hipócritas y malos deportistas.
Evidentemente, la UEFA y sus árbitros se lo han permitido. Aytekin pitó penalti sobre el uruguayo Suárez cuando en realidad merecía la segunda amarilla por fingir penalti. La pena máxima terminó siendo decisiva para lograr el pase a cuartos de final. Nos hablarán de remontadas históricas, de noches inolvidables, de gestas eternas, pero en realidad se trata de una estafa más al fútbol y al deporte. El Barça debería fundar una sección de natación: Messi y Neymar serían los Reyes…
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