De hecho, un ex compañero suyo en el Barcelona, Petit, le acusa directamente de generar problemas “políticos” en el vestuario culé contra los futbolistas holandeses que militaban en ese momento en el Camp Nou.
"Había demasiadas rivalidades dentro, entre el capitán Guardiola y los jugadores holandeses, demasiada política", ha asegurado Petit en una entrevista para el diario británico ‘The Sun’.
Es evidente que Guardiola se debía creer el dueño del vestuario y trataba de imponer sus ideales políticos a futbolistas que únicamente fichaban por el Barcelona para ganar su dinero, jugar el fútbol y no meterse en líos que ni les iban ni les venían. 20 años después de aquello vemos al Guardiola más radical, con el absurdo lazo amarillo al que han usurpado el verdadero significado que tenía, y respondiendo a la típica pregunta sobre la política catalana en cada rueda de prensa.
Petit, que en cuanto pudo se marchó del Barcelona, dejó por los suelos al club del ‘seny’, los ‘valors’ y la ‘humildat’ afirmando que “no fue una buena decisión fichar por el Barça, el equipo era muy mayor y aparecían los problemas en el campo”, reconoció.
Por último, tampoco quiso pasar por alto el mayor robo de la historia en un campo de fútbol, el de Ovrebo al Chelsea en el 2009, asegurando que ese día “las decisiones arbitrales fueron decisivas”. Parece evidente que no es oro todo lo que reluce en Barcelona, por más que los listillos de siempre nos intenten vender lo contrario con sus absurdeces y mentiras plasmadas en prensa y televisión.
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