España ganó sufriendo ante Croacia y Suiza, con su blanco impoluto, pero su mayor prueba de nivel estaba en Wembley. Para volver a jugar en Londres tenían que vencer a la poderosa Italia que había deslumbrado hasta el momento y que venía acreditada tras ser invicta desde finales de 2018. Palabras mayores. Los de Mancini eran una gran prueba.
Una prueba para ver a la España de Luis Enrique en la gran final de la Eurocopa. En el otro lado del cuadro están Inglaterra y Dinamarca. Será la selección de Italia la que dispute dicha finalísima, el próximo domingo, en el mismísimo Wembley. 8.000 españoles residentes en Londres vibraron en la grada y mostraron su aliento hispano para la batalla. La batalla prometía ser dura y cumplió con todos los pronósticos. La UEFA de Ceferin, mientras, poniendo trabas para demostrar que el fútbol "no es de los fans".
España salió realmente bien y tuvo una buena puesta en escena. Control de balón, alguna que otra ocasión para marcar, pero, sobre todo mostrando una gran presión sin el esférico y exhibiendo gasolina. Cabe recordar que la selección viene de jugar dos prórrogas y que Luis Enrique no deja de rotar. Todo trabas para la continuidad, pero los de blanco jugaron un buen primer tiempo.
La más destacada la tuvo Dani Olmo con un doble remate, prácticamente desde el punto de penalti, convirtiéndose en el jugador con más peligro por todo el terreno de juego. También Pedri le brindó un buen balón a Oyarzabal y pudo marcar el vasco. Italia tuvo un palo de Emerson, mientras que previamente había gozado de una gran oportunidad para abrir la lata con una salida en falso de Unai Simón y fue Barella el que se quedó sin opción de disparo. Dos clarísimas para España y una para Italia. A los puntos iba ganando España en Inglaterra, pero la pelota no entró y se terminó con el 0-0 en el primer acto.
El segundo tiempo arrancó con tres ocasiones para España. Una de Ferrán, otra de Busquets y otra de Oyarzabal. Seguía sin entrar y, a veces, en el fútbol vale un resumen simplista: la primera que tuvo Italia se fue para dentro. Chiesa, en un contragolpe veloz, marcaba un auténtico golazo y ponía a los suyos por delante.
España tira de furia y orgullo para ir a la prórroga... pero cae en penaltis
Luis Enrique agitaba el árbol poniendo a Morata y sería clave para encontrar el gol. No lo encontró Oyarzabal, pero sí el jugador de la Juventus de Turín. Una genialidad absoluta de Olmo, sin dudas el MVP del partido, para abrir el catenaccio que había implantado Italia. El ex de La Fábrica encontraba petróleo para bati a Donnarumma y poner el 1-1. Más que merecido el tanto de los españoles ante una Italia que ya se veía jugando en Wembley la final. Se jugó al frontón en lo que quedaba de partido, pero nos íbamos abocados a la prórroga.
España, no apta para cardíacos, se lo jugaría en los 30 minutos de extra y desde el punto fatídico sobre el terreno de juego. Italia regresó al catenaccio y España a su histórica furia roja. En los once metros fue la selección de Italia la que se llevó el gato al agua.
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