Enfrentarse a Alemania suponía en otros tiempos un dolor de cabeza, un contexto más que incómodo para sus rivales y el tener en claro que sufrir era lo único asegurado en dichos choques, pero algo se ha roto. La nueva eliminación en fase de grupos de una Copa del Mundo sacude el fútbol teutón, donde Antonio Rudiger desgrana como nunca una crítica situación del deporte teutón que hace ruido en toda Germania.
No valieron los cuatro goles convertidos ante Costa Rica, ni la renovación de la plantilla que caería en instancias similares por Rusia 2018 o la llegada de Hansi Flick, el resultado ha sido el mismo. Alemania se marcha en fase de grupos de una Copa del Mundo con diagnósticos que como el de Antonio Rudiger, revelan las sensaciones de una selección que dejó de gustarse hace varios años.
Atrás quedaron los tiempos de ser un rodillo, de arrasar físicamente a los rivales o de mostrar todo el poderío de la disciplina teutona. Die Mannschaft pasó a ser endeble, un combinado de miedos y nervios que poco o nada recuerda a esas selecciones que por 1974, 1982, 1990 o 2014 generase miedo en quien se cruzase en su camino. Rudiger no duda.
Falta de competitividad
“Me llevará algún tiempo digerir esto…Simplemente una gran decepción...! Habíamos planeado tanto y terminamos decepcionándonos a nosotros mismos…No debemos buscar excusas para eso, sino cuestionarnos a nosotros mismos…Es frustrante al máximo y tampoco hay consuelo por el momento”, comenzaba el zaguero del Real Madrid en la televisión nacional de Alemania antes de soltar una frase que encuentra pocos similares a la hora de describir el momento que vive el deporte teutón en las grandes citas.
La necesidad de volver a los inicios, al juego rocoso y a esos valores de fuerza, equilibrio y una mentalidad ganadora, la única vía de volver a situar a Alemania en los primeros planos de este deporte: “Tenemos mucho talento pero no es suficiente. Hay otros factores: el deseo supremo, jugar sucio a veces, nos falta eso. Somos un equipo muy 'bonito'".
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